Un samurái montado limpia cuidadosamente la hoja de su arma
British Museum, Londres.
Por
José Luis Mignelli
“The Swordsmith was not a mere artizian, but
an inspired artist, and his workshop a sanctuary”
La excelencia que desde antaño se atribuyó a la Espada Japonesa, constituye
una verdad acatada por expertos de todo el orbe. Esta circunstancia obedece a
la calidad del forjado, complejidad estructural por cuanto en el laminado
pueden intervenir distintas clases de acero y hechura artesanal.
Esta última pude ser calificada sin ambages como puramente artística. Ocupan en
consecuencia un lugar de privilegio junto a la espada Toledana, cuya hoja posee
un alma de hierro dulce encerrada entre dos tejas de acero y las de Damasco
forjadas a partir de una torta o lingote de acero de origen indio (wootz), con
alto contenido de carbono. Estas últimas luego de forjadas, ponían de relieve
en sus mesas un vistoso dibujo, que
sumaba estética a otras calidades mecánicas. 1)
Las espadas japonesas pueden clasificarse en dos grandes periodos: Koto y Shinto, lo que significa vieja y nueva espada respectivamente 2), no existiendo coincidencia entre los autores acerca de cuál fecha marca la línea divisoria entre ambos. Alfred Dobrée menciona los años 1596 y 1603 D.C., en dos lugares de su obra (Japanese Sword Blades, 1905)*, señalando que la división fue realizada por el Taiko Toyotomi Hideyoshi, quién nombro a Honami Kösetsu primer experto oficial de espadas del Japón, cuyo juicio en la materia se consideró inapelable.
Las espadas japonesas pueden clasificarse en dos grandes periodos: Koto y Shinto, lo que significa vieja y nueva espada respectivamente 2), no existiendo coincidencia entre los autores acerca de cuál fecha marca la línea divisoria entre ambos. Alfred Dobrée menciona los años 1596 y 1603 D.C., en dos lugares de su obra (Japanese Sword Blades, 1905)*, señalando que la división fue realizada por el Taiko Toyotomi Hideyoshi, quién nombro a Honami Kösetsu primer experto oficial de espadas del Japón, cuyo juicio en la materia se consideró inapelable.
Conforme a su longitud y en orden
decreciente, las armas blancas japonesas pueden clasificarse así: Nodachi, Tachi, Uchigatana, Katana, Wakizashi, Tanto y
Aikuchi.** Este último consiste en un couteau desprovisto de tsuba o rodela. El
uso combinado de una espada larga (vgr. Katana) y una corta (Wakizashi),
formaban el Daisho, lo que constituía una característica distintiva de la casta
de guerreros samuráis. Las rodelas de las espadas más cortas permitían complementariamente
portar un pequeño cuchillo (kodzuka), y un implemento para el tocado personal
(kogai), ubicado en forma opuesta. Otro cuchillo utilitario provisto de un
luengo cabo angular fue el Tósu, cuyo origen se remonta c. 26 AC y del que no se conservan ejemplares originales.
Entre las espadas más antiguas, cabe
mencionar al Tsurgi o Ken, a cuya hoja excepcionalmente recta y de doble filo
se le atribuye origen chino. Primigenias hojas rectas fueron también las
Hira-Zukuri y Kiriha-Zukuri, provistas de lomo (mune) y un solo filo (ha),
corrido al exterior; diferenciándose la última por presentar un bisel
longitudinal (shinogi), que recorre sus mesas, permitiendo reducir el espesor
de la arista aguda optimizando el filo. Las hojas curvas surgieron a partir de
los requerimientos de la caballería, necesitada de inferir golpes cortantes
antes que estocadas. La curvatura puede observar distinto grado, pudiendo este acentuarse
en las proximidades de la espiga (koshizori), en el centro (toriizori), o en la
punta de la hoja (sakizori). Dicho grado se mide por la flecha (sori), es decir
la máxima profundidad registrada entre una línea (nagasa), idealmente tendida
entre el hombro y la punta de la hoja (kissaki) y el lomo de la misma. A
diferencia de la clásica shinogi – zukuri provista de un bisel longitudinal y
otro transversal (yokote), que delimita la punta (boshi) del resto de la hoja,
la kogarasu – zukuri destaca por su diseño excepcional. Su suave curvatura,
permite inferir su carácter de etapa de transición entre hojas rectas y curvas.
Presenta filos corridos al interior y exterior en las proximidades de la punta
y una espina recorre sus planos dividiéndolos en partes iguales. Ambas
corresponden a la segunda mitad del periodo Heian, c. Siglos XI/XII.
Tsuba o rodela - Tokyo National Museum
Una característica singular de estas armas
orientales, consiste en el peculiar y eficaz método de unión de la empuñadura
con la espiga (nakago), mediante la utilización de clavijas de madera, bambú o asta (mekugi). 3)
También es privativo el collar metálico (habaki), ubicado junto a la rodela y cuya función consiste en mantener
fuertemente apretado el arriaz, absorber el efecto de los golpes y ajustar por
fricción la espada en la vaina (saya). Esta última era normalmente confeccionada
en madera laqueada. Una mención especial merece el pulido de las hojas, el que demandaba
varios pasos y días de trabajo, perdurando incólume por centurias. El
mantenimiento de las mismas se realiza hasta hoy, mediante la aplicación de un fino
polvo (uchiko), proveniente del secado de residuos obtenidos en el pulido final de una hoja, así como también con el uso de aceite de clavos o camelia.
Mientras en occidente (excepción hecha de la
espada Toledana y las obtenidas por el método de soldadura), 4) el arma blanca
presentará una hoja de acero maciza, que
ha pasado sucesivamente por las etapas de forja, temple, revenido y pulido; los
mejores especímenes de espada japonesa, ofrecerán una hoja de estructura mas o
menos compleja, pero cuya característica sustancial consistirá en poseer un núcleo
o corazón de hierro blando que aportará
flexibilidad, recubierto por un envoltorio de acero que brindará resistencia,
dureza y (mediante un tratamiento térmico especial), filo durable. Este
resultado se obtenía a partir de la operación de forjado, mediante el martilleo
y plegados sucesivos del material, en el contexto de una ceremonia no exenta de
carácter ritual, en la que el swordsmith ataviado con vestiduras especiales
iniciaba su labor con las primeras luces del alba.
Lograda la hoja, ésta era cuidadosamente
revisada en busca de posibles defectos y la espiga rayada en un sentido
determinado (yasuri-me o file marks), lo que permite en la actualidad y a falta
de firma (mei), clasificar una pieza entre distintas escuelas de forjado.
Su característica distintiva, es sin embargo
la yakiba, filo inquebrantable rico en cristales de martensita, para cuya
obtención se requerían varios pasos. La hoja era primero recubierta por una
mezcla compuesta de arcilla ferruginosa, arena y polvo de carbón. Cuando esta
cobertura comenzaba a secar, el Kaji, provisto de una astilla de bambú afilada,
realizaba en la misma un corte por espacio de media pulgada a partir del filo,
en ambas mesas y en sentido longitudinal. La línea de incisión no era
caprichosa, sino que obedecía a un diseño preconcebido, que opera como fuente
supletoria de identificación. 5) En la zona próxima al filo y a partir de la
línea de templado (hamon), la cobertura era retirada o afinada
extraordinariamente. Cumplida esta etapa, la hoja era nuevamente sometida a
calor intenso (800º), en contacto directo con la flama y luego sumergida en
agua de templar. Como consecuencia de este último paso, la parte de la hoja
desprovista de cobertura (yakiba), enfriaba rápidamente adquiriendo gran
dureza. El resto enfriaba en cambio lentamente por lo que su dureza seria menor,
ganando en flexibilidad. La calidad y temperatura del agua no quedaban libradas
al azar, por el contrario, constituían un secreto celosamente guardado por los
maestros forjadores. Entre ellos cabe mencionar a Masamune de Sagami (Siglos
XIII/XIV) 6), quién expulsó a su
discípulo preferido Samonji, por haber interferido en el templado de una hoja,
al introducir la mano en el agua con intención de conocer su temperatura.
Dice Dobrée (OC), que para fines del Siglo
XVI, los secretos de los maestros forjadores se habían perdido, atribuyéndose
los mejores trabajos a los Siglos XII, XIII y XIV. En 1876 un edicto prohibió
en Japón la portación de la espada y esta artesanía cayó en un periodo de
marcada decadencia. Durante el mismo, las espadas destinadas al uso militar fueron
producidas en forma masiva e industrial. En 1937 se produjo un renacimiento de
la espada tradicional, conociéndose este periodo como: Shin –Gunto.(7)
Referencias:
1) Investigadores de la Universidad de
Dresden en Alemania, observaron con un microscopio de electrones de
transmisión, una muestra de acero de Damasco. La misma presentaba nanotubos de
carbono, consistentes en disposiciones cilíndricas de átomos de carbono, así
como nanolaminas de cementita, ricas en hierro y carbono duro. Estas últimas
brindan el patrón ondulado de bandas, al que hace referencia el texto. Vid Henry Fountain, Los legendarios
sables de Damasco, un prodigio nanotecnológico (Clarín, 16/XII/2006).
Sin embargo, aunque en términos comparativos, un experto francés en arte
japonés (Gouse), ha señalado: “Japanese blades are incomparably the most
beautiful the world has ever produced; those of Damascus and Toledo, as examples
of the working and tempering of steel, appear beside them merely as the efforts
of children.” (Vid A. Dobrée, OC)
2) Richard Fuller y Ron Gregory en su valioso trabajo Military Swords of
Japan, 1868 – 1945, editado en 1987 por Arms & Armour Press, ofrecen
una clasificación minuciosa:
Ancient Pre: 900 AD
Koto: 900 /1596
Shinto: 1596 /1800
Shin Shinto: 1800 /1868
Modern: 1868 to date
3) Las empuñaduras consisten en dos piezas
de madera, encoladas y acanaladas en su
interior con capacidad para contener la espiga. Están recubiertas de piel áspera
de raya (samé), sobre la que se apoyan dos figuras metálicas ornamentales
(menuki). El conjunto era por fin asegurado, mediante una cinta de seda
dispuesta en zigzag. La empuñadura se completa con el pomo (kashira), en su
extremo superior y una virola (fuchi), en el inferior. Dos láminas de cobre
(seppa), separan la virola y el hombro
de la hoja, de la rodela.
4) En Europa Occidental durante los primeros
siglos de la era cristiana (II/IX), francos y vikingos forjaron espadas
mediante el método de soldadura (Pattern-Welded Swords). Varillas de hierro dulce
y otras de hierro levemente endurecido mediante caldeo, eran martilladas,
soldadas y sometidas a una fuerte torsión en espiral. Con el producto resultante
de esta operación se daba forma a la hoja, soldándole luego filos de acero. Etruscos,
griegos y romanos también forjaron espadas que suponían una solución de
compromiso entre flexibilidad y capacidad de corte, al dotarlas de un núcleo relativamente
blando con filos de acero mas duro.
5) El dibujo de la yakiba permite clasificar a una pieza, entre 32
principales escuelas de forjado.
6) Las cinco grandes tradiciones en la
manufactura de espadas y sus principales representantes, corresponden a las provincias
de: Sagami (Kunitsuna, Masamune, Kunimitsu y Yukimitsu); Yamashiro (Munechika,
Kunitomo, Yoshimitsu, Kuniyuki); Bizen (Tomonari, Masatsune, Kanehira); Yamato (Kaneuji,
Amakuni) y Mino (Kanesada, Kanemoto, Yoshiada, Kaneyoshi). Vid Kanzan Sató. The Japanese Sword. Kodansha
International Ltd. and Shibundo. Tokyo, New York and San Francisco, 1986.
7) Literalmente: “Nueva espada militar”
basada en la espada tradicional. La voz proviene de shin: nuevo y gunto: espada
militar.
Llamadas:
*) Existe edición moderna: Alfred Dobrée. Japanese Sword Blades. Arms and Armour Press and George Shumway
Publisher. London, 1967.
**) Las vainas pueden presentar anillas de
sujeción que permiten, mediante un cordón, colgarlas de la cintura con el filo
hacia abajo (vgr. Tachi), o una traba de sujeción, a fin de portarlas en la
cintura en posición cuasi - horizontal y con el filo hacia arriba. (vgr. Katana
y Wakizashi)
Nota: La primera versión de este artículo
fue publicada en Gente BOT Baires. Boletín Informativo de The Bank of Tokyo,
Ltd., Sucursal Buenos Aires. Año III,
Nro. 10, correspondiente a Marzo de 1991.
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