Bibliografía: “La espada en la
actualidad” por el Capitán de Caballería Luis Carvajal. Marqués de Puerto Seguro.
1) Dedicada por el autor al Arma de Artillería. Impresa por Artes Gráficas
Mateu. Paseo del Prado 30. Madrid, 1910.
Comprende un estudio preliminar
y III partes en 76 páginas e información gráfica compuesta por 72 láminas
consistentes en fotocromolitografías, tomadas del natural de la colección
propiedad del autor. Ejemplar dedicado y firmado por Luis Carvajal, Marqués de
Puerto Seguro.
por José
Luis Mignelli
“…que el poeta, con su fantasía
y genio, cante himnos á ese pedazo de metal que inmortalizó á Ciro, á
Alejandro, Pirro, Aníbal, los Escipiones, Julio Cesar, Carlos Magno, Federico y
Napoleón, …”
Luis Carvajal. Marqués de Puerto Seguro
Al abordar un
comentario sobre esta obra, es preciso considerar ab initio que debió ser
concebida y escrita por el autor, a fines del siglo XIX o al despuntar mismo del
XX. De ahí que en la introducción preliminar, este señale la circunstancia
ineludible del combate cuerpo a cuerpo con armas blancas; señalando que el paso
de manufactura artesanal a fábrica en la producción de aquellas, simplificó el
trabajo, brindando cantidad, calidad y economía, al relegar arte y ricos
materiales a tiempos pretéritos.
Carvajal deriva espada (spatha, épée, sword, schwert y
degen, spada), del vascuence “ezpata”, de donde habría sido tomada luego por el
latín bárbaro, el español y el griego. Sugiere, que ezpata pudo derivar de ezpaitá,
que significa controversia, disputa o pendencia que puede llegar a dirimirse por
la espada. 2) Sin omitir destacar la abundante aunque incompleta y fragmentaria
bibliografía existente sobre el tema, describe a la espada, incluyendo la terminología
equivalente en otros idiomas, como arma compuesta esencialmente de hoja y empuñadura.
Distingue en la primera: la punta (spitze y ort, pointe, point), la espiga
(soie, angel) y el talón (talon, absatz). En la segunda: el pomo (pommeau,
knauf, knob o pommel), el puño (fusée, hülse, spindle), las guardas (gardes,
parierstangen stichblaetter, hilts), las contraguardas (contregardes, hinterparierstangen,
arrière-hilts) y los brazos (quillons, grosse garde quer – parierstangen,
right-hilts). Complementariamente apunta que: patillas (pas d'âne), escusón (écusson, schild), acanaladuras
o canales de la hoja (évidemants, blutrinnen), y guarniciones en forma de cesta
o en concha, son solo partes accidentales y no esenciales de la espada, pudiendo
o no estar presentes conforme a su diseño. Acota por fin a su descripción, que
el castellano no posee una palabra propia “genuinamente española” como la
francesa “talon”, para designar a esa parte de la hoja; así como “empuñadura y puño”
equivalentes y de uso indistinto en nuestra lengua, no lo son en francés que
distingue con precisión esos conceptos bajo los términos “poignée y fusée.”
Considera el autor como antecedente de la espada a los
primitivos instrumentos de corte, filo o corte y filo de la Edad de Piedra,
realizados con tibias y cúbitos de animales o trozos de sílex, diorita o
cuarcita; núcleos que por su naturaleza no podían alcanzar la mayor longitud
exigida por aquella sin riesgo de quebrarse. Señala asimismo la exigua cantidad
de armas de cobre existentes en los repositorios, circunstancia que atribuye a
su posterior refundición en bronce, a partir de la aleación de aquel metal con
el estaño. Estima en definitiva como remoto antepasado de la espada, al
cuchillo, el puñal y la lanza, siendo esta última a su juicio el primer intento
del hombre por alejar la punta del arma blanca, de la mano que la empuña.
Aborda Carvajal el tema de la espada en la antigüedad,
recordándonos que si bien existieron espadas cortas como las de misericordia y
las rhambas *) los romanos disponían de una espada larga de punta conocida como
gladius, acompañada de una corta consistente en el puñal o pugio. Al respecto dice
que fue Vegecio 3) quién distinguirá más tarde entre spathas o gladios mayores
y semi spathas o gladios menores. Anota asimismo entre los romanos el término
ensis, alusivo a un puñal que databa en su origen de la Edad de Piedra, así
como la adopción por estos de la espada ibérica, provista de ancha y corta hoja
de apenas 40 cm. y punta cortada formando un ángulo de lados muy abiertos, que
en tiempos de César se agudiza. La espada romana no permanece uniforme en el
tiempo; bajo Trajano se alarga y bajo los Flavios presenta un solo y agudo
filo.4)
Para el marqués de Puerto Seguro la mayor proporción
en tipos y perfección de espadas correspondió a Europa, a través de germanos y
francos y la menor, pese a su vasta cultura a Egipto y pueblos orientales.
Menciona como principal y casi única espada de los egipcios al khopesh (o muslo),
consistente en su forma más básica en una cimitarra en forma de hoz, con empuñadura
de madera o cuerno; y al sable largo de hoja curva derivado de aquél, arma de
guerra que atribuye a los antiguos egipcios, del que solo se conservan en los
museos modelos en madera provenientes de consagraciones funerarias. Describe
por fin una suerte de puñal hallado en Tebas con hoja de duro bronce y acanalada,
provista de empuñadura con asta y marfil, y orificios destinados a albergar los
dedos pulgar e índice.
Establece Carvajal un orden de prelación respecto a proporción y variedad de espadas en los pueblos de la antigüedad, que ordena ubicando en un primer grupo a: germanos, griegos y escandinavos, y solo a continuación: romanos, egipcios, galos, etruscos, babilonios, caldeos, asirios y persas.
Respecto de América, observa que la espada mexicana en el siglo XV era todavía de madera, provista de “filos de obsidiana ó espejo de los incas”, variedad esta última de roca volcánica. Permanecían por tanto en la Edad de Piedra en tiempos de la conquista respecto de sus armas ofensivas, aunque utilizaron oro y bronce en los medios defensivos.
A su juicio el primer antecedente histórico relativo
al hierro, fue su estima como metal precioso destinado a la fabricación de la
espada. Ésta alcanzará su grado más perfecto en el siglo XIII y su época más
brillante en el XVI. Describe a la espada posterior a la octava centuria como
arma de gran belleza y noble por excelencia, provista de excelente temple y
gran dureza, secreto artesanal que se habría perdido por largo tiempo. Se
caracterizó por poseer no más de un metro de longitud, cruz de gavilanes rectos
y pomo redondo u oval, con hoja de doble filo, un canal central para aligerarla
y punta redondeada, ya que estaba destinada a herir de filo. En el siglo XII la
empuñadura se alarga y es capaz de albergar una o dos manos, la hoja está vaciada
a dos mesas y su punta ojival por la confluencia de los filos es a veces aguda.
A partir del siglo XIV el caballero incorpora una segunda espada, la que posee pomo
en forma de disco vertical, hoja estrecha aunque ancha en el talón, sección
romboidal y dos mesas separadas por una arista que la hace fuerte y rígida.
Sostiene que la espada de la Edad Media se caracterizó por su extrema sencillez
y ausencia casi absoluta de ornamentación, consistiendo su única riqueza en la
calidad del forjado.
Nos introduce a continuación Carvajal en el siglo XVI,
en el que la espada experimenta notables cambios, que para algunos autores es
signo de progreso y para otros señal de decaimiento, cuando nada útil o
sustancial aportan a la misma. Frente a la empuñadura de gavilanes rectos en
forma de cruz latina, o levemente inclinados hacia la punta de la hoja, característicos
de la Edad Media, l’épée belle incorpora el lazo en resguardo de la mano que la
empuña, consolida el pas d’âne (o patillas, que hoy llamamos brazos inferiores
de la guarnición), el recazo (como porción diferenciada de la hoja en el que se
afirma la mano), así como puentes, guardas, contraguardas y vástagos. Gavilanes
diferenciados por su función de guarda y contraguarda, de los cuales el primero
se vuelca hacia una hoja plana, provista de doble filo y aguda punta; y el
segundo asciende hacia el pomo soldándose a veces con él. Hojas y empuñaduras
presentan ocasionalmente la “prise de pouce”, agujero destinado a apoyar y
presionar con el dedo pulgar, completándose así un conjunto dispuesto “casi siempre
en forma de cuna o cesta.” La daga de mano izquierda, que a veces acompañó al
caballero armado de rapier, presentaba empuñadura semejante a la de la espada y
hoja provista de uno a cuatro filos. Se la utilizó en forma complementaria con
aquél, alternando su uso con un pequeño escudo o rodela, en los llamados
combates de armas dobles. La rapiera, cincelada a veces por finos artistas como
Durero y portada por caballeros españoles e italianos, evoluciona en España
hacia la espada de taza con reborde, a veces calada con el fin de trabar,
torcer o despuntar la hoja del adversario; compartiendo su espacio con espadas
de cruz sencilla, doble juego de gavilanes o estilo árabe con el arriaz en
forma de herradura. Todas ellas serán finalmente desplazadas por una espada de
hoja ligera, flexible y sección triangular, llamada incorrectamente carrelet **)
en la última parte del siglo XVII. No siendo apta para el combate, aunque si
para el duelo, reinará durante todo el siglo XVIII y será recordada por esa
razón como espadín dieciochesco. Una variedad de la misma fue el “colichemarde”
5) con el forte o primer tercio de la hoja visiblemente ensanchado. El puño del
espadín podía ser de bronce, plata, marfil, ónix, cornalina y aún de porcelana
de Saxe. Cuando la taza (destinada a parar los golpes), era también de este
último material, no fueron consideradas armas y se las llamó por esa razón “des
excuses”, ya que no eran aptas para aceptar un lance entre caballeros. Señala el
autor que la caballería de Europa occidental portaba en los siglos XVII y XVIII
la espada walona, con hoja recta y de doble filo, así como la claymore escocesa,
también de hoja recta aunque provista de uno o dos filos, más una veintena de
barras de acero que formando una cesta o canasta, protegía la mano del que la
esgrimía. Recuerda asimismo Carvajal como armas de infantería, al montante o
espada de dos manos, utilizada todavía por los suizos en la segunda mitad del
siglo XV; y a los estoques benditos o papales con que eran obsequiados los
caballeros, asimilables a aquél.
Considera el marqués de Puerto Seguro a la lanza como el
arma peculiar de la caballería, señalando que solo cabría reemplazarla
(circunstancia por la que aboga), por una espada cuya hoja posea señaladas
características y que son: larga, recta, poco flexible (es decir relativamente
rígida), ligera y bien manejable, no requiriendo así la fuerza y estabilidad en
el combatiente que exigen la lanza y el sable. Instrumento este último al que
describe con guarnición de hierro o cobre y al que considera arma militar por
excelencia derivado de la cimitarra, con cuya adopción se buscó a la vez solidez
y economía. Señala que fue el sable (sabel y saebel, sabla, sabre, saber) el arma
de los Dacios***) en tiempos de Trajano, considerándolo sin perjuicio de lo
expuesto: “la última decadencia en la fabricación del arma blanca.” Sostiene por
fin que las espadas de hoja recta reúnen mejores condiciones mecánicas para la acción
punzante que las curvas, y tienen por tanto superioridad técnica sobre
aquellas. La elección de Carbajal por una espada sable de hoja recta, es
coincidente con la tendencia que se insinuaba en el mundo por aquella época.
****)
No disimula el autor su desdén por las armas curvas de
los pueblos orientales, señalando que habrían sido los cruzados los primeros en
enfrentarlas, sin haber recibido una impresión favorable de ellas. Prueba de
esto fue que pudiendo haberlas adoptado como segunda arma, mantuvieron sus dos espadas
de hoja recta (una para corte o filo y otra para usar de punta), propias de los
pueblos del Norte. Al parecer vieron en lo curvado de las hojas un reflejo de
sus desvíos en materia religiosa, señalando que dicha curvatura era exagerada
por los artistas en sus obras pictóricas, a fin de acentuar en forma gráfica dicho
desvío. Caballeros de la Europa oriental (polacos y húngaros), fueron los primeros
en introducirlas, pero solo fue a partir de la Campaña de Egipto, que estas
llegaron a aceptarse en Francia de la mano de los generales consulares y del primer
Imperio. Partiendo del hecho histórico de que la mayor parte de las espadas observaron
forma recta, concluye Carvajal que las curvas de importación oriental,
constituyen “signo ó caso de degeneración de aquellas”. Así mismo que su gran
masa en el último tercio, acentuada curvatura y extraordinario filo, obedecían
a la intención deliberada de mutilar al adversario. Igual menosprecio revela el
autor por las medias espadas, el puñal y el cuchillo bayoneta cuando está
desprovisto de su astil, a las que por su facilidad de ocultamiento considera
armas viles, propias de asesinos, y excluidas por razones de honor del campo de
batalla.
Creador del afamado modelo que lleva su nombre, 6) todavía
reglamentario en España en sus distintas variantes, no pudo prever el Marqués de
Puerto Seguro, que a poco de la publicación de su obra, se iniciaría la Gran
Guerra en la que puñales de trinchera, machetes y cuchillos bayoneta, jugarían
un papel destacado en los bandos contendientes.
La evolución de la caballería blindada, que puso fin a la contienda, relegaría cada vez más a la espada a un nuevo papel, solo como símbolo del poder militar.
Referencias:
1) Luis María de Carvajal y Melgarejo. XII° Marqués de Puerto Seguro y Grande de España (1871 – 1937). Autor de “Cosas de Espadas” (1904) y “La espada en la actualidad” (1910),
2) Cita el autor en su apoyo al Diccionario Trilingüe Larramendi.
3) Flavio Vegesio Renato. Escritor romano del siglo IV, autor de “Epitoma Rei Militaris” y de la máxima “Si vis pacem para bellum.”
4) Marco Ulpio Trajano (53 D.C. – 117 D.C.) Creador de la dinastía Antonina, sucesora de los Flavios y emperador entre el 98 y el 117 D.C. La dinastía Flavia (69 D.C. – 96 D.C.) fue iniciada por el general y después emperador Tito Flavio Sabino Vespasiano (69 D.C. – 79 D.C.). Al frente de las tropas romanas cuando la insurrección de Judea, lo sorprendió el suicidio de Nerón en el año 68, siendo finalmente proclamado emperador por las legiones de oriente en el 69.
5) Recibe su nombre de la deformación francesa del apellido de su inventor, el conde sueco John Philipe Konigsmark, que el autor llama Koenismark.
6) Se ha dicho que la espada sable de Puerto Seguro modelo 1907/ 18, pudo estar inspirada en una hoja de espada francesa modelo 1896, para dragones y coraceros. Asimismo que fue desarrollada sobre la base de las guarniciones concebidas por el Tte. Cnel. Valdés y cachas de madera segrinada diseñadas por el Capitán de Artillería Robert. Bernardo Barceló Rubí describe con detalle cinco modelos de espada sable Puerto Seguro bajo los números 53/57, destinados respectivamente a: soldado de caballería, oficial de caballería, oficial de infantería, oficial de artillería y resto de las armas. Conforme a cada modelo, las cachas cuadrilladas son de nogal, pasta o caucho duro. (Vid B. Barceló Rubí. Armamento Portátil Español, 1764 – 1939. Librería y Editorial San Martín. Madrid, 1976).
1) Luis María de Carvajal y Melgarejo. XII° Marqués de Puerto Seguro y Grande de España (1871 – 1937). Autor de “Cosas de Espadas” (1904) y “La espada en la actualidad” (1910),
2) Cita el autor en su apoyo al Diccionario Trilingüe Larramendi.
3) Flavio Vegesio Renato. Escritor romano del siglo IV, autor de “Epitoma Rei Militaris” y de la máxima “Si vis pacem para bellum.”
4) Marco Ulpio Trajano (53 D.C. – 117 D.C.) Creador de la dinastía Antonina, sucesora de los Flavios y emperador entre el 98 y el 117 D.C. La dinastía Flavia (69 D.C. – 96 D.C.) fue iniciada por el general y después emperador Tito Flavio Sabino Vespasiano (69 D.C. – 79 D.C.). Al frente de las tropas romanas cuando la insurrección de Judea, lo sorprendió el suicidio de Nerón en el año 68, siendo finalmente proclamado emperador por las legiones de oriente en el 69.
5) Recibe su nombre de la deformación francesa del apellido de su inventor, el conde sueco John Philipe Konigsmark, que el autor llama Koenismark.
6) Se ha dicho que la espada sable de Puerto Seguro modelo 1907/ 18, pudo estar inspirada en una hoja de espada francesa modelo 1896, para dragones y coraceros. Asimismo que fue desarrollada sobre la base de las guarniciones concebidas por el Tte. Cnel. Valdés y cachas de madera segrinada diseñadas por el Capitán de Artillería Robert. Bernardo Barceló Rubí describe con detalle cinco modelos de espada sable Puerto Seguro bajo los números 53/57, destinados respectivamente a: soldado de caballería, oficial de caballería, oficial de infantería, oficial de artillería y resto de las armas. Conforme a cada modelo, las cachas cuadrilladas son de nogal, pasta o caucho duro. (Vid B. Barceló Rubí. Armamento Portátil Español, 1764 – 1939. Librería y Editorial San Martín. Madrid, 1976).
Llamadas:
*) Es curioso encontrar el término misericordia
aplicado a la espada, ya que siempre se lo consideró un puñal destinado por los
caballeros de la Edad Media, para dar el golpe de gracia a los moribundos
(quitapenas), y por otros autores un arma utilizada por malhechores. Iguales
conceptos en cuanto a la naturaleza del arma, podría merecer la inclusión de la
rhamba, aunque el historiador griego Polibio (201 - 120 A.C.), autor de una
Historia General de la que solo se conservan 5 tomos, la habría mencionado como
puñal o espada corta.
**) Presumiblemente por su sección triangular y no
cuadrangular como la del florete.
***) De la provincia romana de Dacia a orillas del mar
Negro, en parte de las actuales Moldavia y Rumania.
****) De las 72 fotocromolitografías que reproduce el
autor, poco más de una veintena presentan hoja recta.
* * *
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