domingo, 8 de septiembre de 2013

La daga de Juan Moreira.

 El autor aporta datos que aclaran información volcada por una museóloga, en un artículo publicado en un boletín de la AACAM.


                                                                                                    por José Luis Mignelli


“siendo la misma que le regalara Adolfo Alsina”
Eduardo Gutiérrez (Juan Moreira)


Comenzaremos afirmando que el trabajo de la museóloga Marta Beatriz Eiroa, nos parece valioso. No obstante, creemos que de su lectura surgen afirmaciones e interrogantes, que merecen ser analizados e indagados en profundidad.

I) Damos (en principio) por válidas, las dimensiones, peso y otras características del arma, tomadas “in situ” por la autora, las que se contradicen con las contenidas en el Juan Moreira, de Eduardo Gutiérrez. Sin embargo, una importante obra citada en la bibliografía: “Esgrima Criolla” de Mario López Osornio 1), contiene una descripción de la daga no reproducida en el artículo, que viene a oficiar de tercero en discordia. En efecto, dice López Osornio que: “La daga de Juan Moreira mide ochenta y cuatro cm. de largo contando la empuñadura. Su hoja, únicamente tiene setenta y tres y cuatro cm. de ancho en la parte de su inserción en el cabo. Pesa alrededor de setecientos veinte gramos y le fue regalada al paisano por don Adolfo Alsina. Su gavilán había sido primitivamente en forma de “ese” pero su dueño lo hizo corregir, dándole la de media luna o “u.””(Sic). Esta descripción permite concluir que la empuñadura debería medir unos once centímetros.

¿Tuvo López Osornio la oportunidad de observar personalmente la daga, pesarla y efectuar las mediciones correspondientes? No lo sabemos y en caso de no haberlo hecho, tampoco  menciona  su fuente de referencia. Con excepción de la longitud de la hoja y el peso,  la descripción es semejante a la efectuada por el propio Gutiérrez.


 Daga de Juan Moreira

II) No encontramos fundamento a la afirmación de que la hoja es “de acero toledano” (Sic), toda vez que del examen resultó que no se encontró en los gavilanes y en la cruz punzones o marcas de fábrica. Recordemos que las espadas de la Fábrica de Toledo, poseían un alma de hierro dulce encerrada entre dos tejas de acero, lo que les confería gran flexibilidad. No obstante, no era este el procedimiento empleado con las armas blancas cortas del mismo origen, las que se fabricaban totalmente en acero. ¿Fue la daga de Moreira realizada a partir de una espada de Toledo, en desuso o quebrada? Un examen del ejemplar podría revelarlo. En general, las armas obtenidas de restos de otras (canibalización),  presentan indicios que pueden orientarnos acerca de su origen.  Así, un vaceo que llegue hasta la punta de la hoja o que comience en la cruz, puede ser ilustrativo al respecto. La empatilladura que suelen presentar el facón y la daga, pueden dificultar parcialmente la observación. 2) La expresión “temple toledano” utilizada por Gutiérrez (OC), para destacar la excelencia de la hoja, es meramente literaria y al solo efecto comparativo.

III) Aporta confusión adicional, la equiparación de la daga con el facón, surgida de una interpretación extensiva del parte policial del 2 de Mayo de 1874, que la menciona bajo la última denominación. López Osornio (OC), dice de la daga criolla que “sus filos fueron infaliblemente dos, a  derecha y a  izquierda” (Sic). En el mismo sentido y en lo que hace al ámbito del Río de la Plata, parecen en principio contestes otros autores que han abordado el tema. Entre ellos: Grenón, Salas, Oberti y Domenech. 3)

La descripción primigenia del arma hecha por la autora 4), no aclara la situación ya que si bien afirma que “el filo no esta definido”, puede presumirse que necesariamente deberá tratarse de una hoja vaciada a una o más mesas. En el primer supuesto, tendrá que presentar lomo corrido al interior y debería ser (a nuestro juicio), inequívocamente clasificada como facón. En efecto, éste se caracteriza por poseer: empatilladura, lomo,  filo, mesas (planos de la hoja) y punta. Como la mayor parte de las armas blancas, puede observarse en el último tercio de la hoja un breve contrafilo o dos chaflanes 5), para facilitar la penetración. Cuando proceden de restos de sables o espadas pueden presentar un vaceo. 6) Siempre se consideró al facón “arma de pelea” y en principio no apto para tareas rurales.

Así, nuestro José Hernández dice en “Instrucción del Estanciero”: “A los peones no se les debe permitir facón, porque no sirve para el trabajo. Deben usar cuchillo y siempre bien afilado.” (Sic)


Detalle de la empuñadura

IV) Resulta difícil abordar el estudio de las armas utilizadas por los paisanos, sin hacer referencia a la circunstancia histórica en que sus vidas se desenvolvieron. El entorno hostil, la precariedad y escasez (casi absoluta para su nivel socio-económico), de armas de fuego con las que enfrentar indios, fieras y eventualmente ejercer su defensa o “lavar una afrenta”, solo le permitieron recurrir al arma blanca como único medio de ataque y defensa. La escasez de hierro y acero para realizarlas, hizo frecuente el uso de limas y otras herramientas en desuso, así como restos de armas de mayor longitud, que transitaron un proceso constante de transformación, en el que poco o nada resultaba desechable.   El resto del esfuerzo fue cubierto por la pericia de plateros y sogueros que se ocuparon de montarlas y en el coraje de los que las empuñaron y esgrimieron con variada destreza. De esto último dan cuenta expresiones populares como “vistear, canchar y aligerar” (práctica o sport que se transmitió de generación en generación), así como varias páginas de nuestra literatura gauchesca. Las utilizadas por el criollo pueden ser clasificadas en dos categorías.  Aquellas que revistieron el carácter de arma- instrumento: cuchillo, cuchilla, fachinera y verijero y las puramente ofensivas y/o defensivas: puñal, facón, daga, estoque y caronero.  Martín Fierro, pone  toda su confianza en el facón, al caracterizarlo como “este que no yerra el fuego”, verso que alude a disparos fallidos en armas de chispa y percusión. El mismo Moreira en el relato de Gutiérrez (OC), resulta víctima de esa circunstancia, cuando al disparar uno de sus trabucos “no dio fuego” por haberse caído el fulminante.

V) En su número 105 del año VIII, correspondiente a Junio de 1998, la revista Magnum publicó un extenso artículo debido a la pluma de Marcelo Francini, en el que se relatan las vicisitudes sufridas por Moreira, hasta su dramática muerte acaecida en La Estrella de Lobos, en las primeras horas de la tarde del 30 de Abril de 1874. El trabajo citado permitiría inferir,  en coincidencia con el parte policial del 2 de mayo de ese año, que el arma a la que Gutiérrez dedicó el último capítulo de su folletín, debiera ser indefectiblemente clasificada como facón.


Referencias:


1)       “Esgrima Criolla. Cuchillo, Rebenque, Poncho y Chuza” de Mario A. (Aníbal del Carmen) López Osornio. Primera Edición. El Ateneo. Buenos Aires, 1942. Existe una segunda edición.  Nuevo Siglo. Buenos Aires, 1995. Esta última (citada por la autora), carece del material fotográfico de la primera, aunque ofrece un interesante prólogo con información bibliográfica y literaria sobre el  autor, debido a la pluma de la Licenciada Silvia García.

2)       Empatilladura: Lámina metálica envolvente que soldada a la cruz, ocupa el recazo o bigotera de la hoja. No parece exclusiva de la cuchillería criolla y contribuye a fijar sólidamente la hoja con el arriaz. Armando Frezze en “El puñal salteño. Sus orígenes y sus características”, reproduce la fotografía de una pieza en la cual la empatilladura está unida por medio de dos remaches a la hoja. La espada japonesa posee un anillo metálico (habaki), pero su función específica consiste entre otras, en ajustar el arma en la vaina. (saya)

3)       Tito Saubidet (“Vocabulario y refranero criollo”), sostiene que también el facón puede tener doble filo, estableciendo la diferencia con la daga, en la mayor longitud y anchura de la hoja de aquel con relación a la de esta última, a la que describe además: “sin ese ni media luna”. Conforme a esta opinión, la daga de Moreira, debería clasificarse por sus generosas dimensiones y gavilán (en forma de  herradura), como facón.

4)       La observación del arma realizada por la autora revela que: “La empuñadura es de plata labrada con motivo de hojas” y “los gavilanes tienen forma de U”. En cuanto a las dimensiones son las que siguen: “empuñadura: 15 cm., hoja: 68,5 cm., gavilán: 15 cm. y peso: 740 grs.” No se menciona si el cabo de plata fue grabado, cincelado o repujado. El arma se encuentra en el hoy controvertido hogar natal  del fundador del Partido Justicialista en Lobos, donde funciona el Museo y Biblioteca Juan Domingo Perón de la ciudad de Lobos, Pcia. de Buenos Aires. Señala la autora que se tomaron fotos, pero no fueron reproducidas en el artículo publicado en el Boletín Nro. 136 de la AACAM (Asociación Argentina de Coleccionistas de Armas y Municiones), correspondiente a Agosto de 1999. No sabemos si la hoja se midió incluyendo la empatilladura que envuelve sus primeros centímetros. De no haberse incluido, ello explicaría la diferencia de longitud observada, respecto a la mencionada por López Osornio (OC). De hecho le adjudica a Gutiérrez (OC), dar un peso de 25 onzas a la daga, cuando este solo se refiere (al parecer erróneamente) al peso de la empuñadura. Las medidas de la daga según Eduardo Gutiérrez son: largo total: 84 cm., ancho máximo de la hoja: 4 cm. y largo de la hoja: 63 cm. La última dimensión obedece a nuestro juicio a un error en la mensura, o de imprenta, repetido en sucesivas ediciones. Esta interpretación (junto a la presunta no inclusión de la empatilladura en la medición de Eiroa), permitiría explicar la diferencia de longitud de la hoja que se registra entre los tres autores.

5)       Chaflán: Cara que resulta en un sólido, al cortar con un plano un ángulo diedro.

6)       Vaceo: Canal que presentan las hojas de algunas armas blancas. Tiene por objeto reducir el peso sin alterar y aún incrementar su resistencia.
   
Cuadro comparativo de medidas.
_________________________________________________________________________
         Gutiérrez                                      López Osornio                         Eiroa
         Largo total: 84 cm.                      Largo total: 84 cm.                  Largo total: 83,5 cm.?
         Empuñadura: 21 cm.?                 Empuñadura: 11 cm.?             Empuñadura: 15 cm.
         Hoja: 63 cm.                                Hoja: 73 cm.                            Hoja: 68,5 cm.
         Peso del puño: 25 onzas              Peso: 720 grs.                          Peso: 740 grs.
            (717,50 grs.)                                            Gavilanes: 15 cm.
 _________________________________________________________________________
 Se ha insertado un signo de interrogación, cuando la medida se obtiene por diferencia. Una onza española equivale a 28,7 gramos.


Nota: Publicado en la Revista Magnum de Buenos Aires en su número 136 del año XI, correspondiente al mes de Enero de 2001.
* * *

sábado, 3 de agosto de 2013

Espadas históricas

Bibliografía: Arte Antiguo. Espadas históricas. Apuntes reunidos por D. Enrique de Leguina. Barón de la Vega de la Hoz. Madrid, 1898. Imprenta de Ricardo Fé. Olmo 4. Teléf. 1114.

207 páginas en 8° menor. Dos títulos: Espadas Hispanoárabes y Espadas Cristianas, en dos capítulos. Notas y Apéndice.

 

Sólo la casualidad (¿o el designio divino?), permitió que llegara a nuestras manos, desde un modestísimo puesto de libros en una vereda del Parque Lezica, un ejemplar de esta obra editada a fines del Siglo XIX. Su encuadernación amateur, con el característico lomo de cuero con nervios y tapas en papel fantasía, mantiene sus bordes intonsos a excepción del superior que ha sido dorado, como  cuadra a ese estilo de trabajo. El autor registraba acreditados antecedentes en la materia, ya que había publicado con  anterioridad: La Espada. Apuntes para su historia (Sevilla, 1885), La Caza (Madrid, 1888), Libros de Esgrima (Madrid, 1891) y Los maestros espaderos (Sevilla, 1897).

Leguina aborda el estudio de la espada desde un triple aspecto: histórico, técnico y artístico, a partir de la irrupción de los árabes en España, circunstancia conocida como marea musulmana (711 DC), la que introdujo modificaciones en las armas blancas por entonces en uso en la Península, y de la  que resultaría la aparición de la espada gineta (también llamada zeneta o morisca), indistintamente portada por caballeros moros y cristianos. Esta reunía a la tradición medieval cristiana en la materia,  las guarniciones  y el ornato del estilo oriental.

 Las mas cortas, anchas y alfanjadas, conocidas como nanmexíes, fueron en cambio portadas por el vulgo, así como las alcalaínas, birmaníes, misríes, moxerifíes, onmaníes, suleymantes, emaníes, pero también junto al  alfageme (espada corta), la aimarada (puñal de tres filos romos), la bardasa, la cimitarra (espada curva difundida en el Medio Oriente y derivada del cupis de los frigios), el montante (espada de dos manos), el faquí y la sabla turca. Todas ellas, conforme al autor, conservaron sus primigenias denominaciones orientales, sin perjuicio de haber sido labradas en la Península Ibérica y aún después de haber caído éstas en desuso.

Leguina pasa revista a las espadas existentes en repositorios como la Armería Real, o mencionadas en Inventarios de armas de colecciones privadas, tales como el Inventario de Beltrán de la Cueva y el de Doña Isabel y Doña Mencía de Castro. Una exposición meramente enunciativa,  permitirá citar a modo de ejemplo, la espada, el estoque y el puñal de orejas del Rey Boabdil, las espadas del Marqués de Campo Tejar, de Fernando V,  del Marqués de Dos Aguas, del caudillo Aliatar que fue Alcaide de Loja y murió en la Batalla de Lucena, del Duque de Alba y de Don Juan de Austria, hermano bastardo de Felipe II con el que tan buenas relaciones mantuvo siempre, al punto de confiarle el mando de las fuerzas cristianas en la Batalla del Golfo de Lepanto frente a Turcos y Berberíes (1571).

En el segundo capítulo aborda el Barón de la Vega de la Hoz el estudio de las espadas cristianas, describiéndolas con minucioso detalle en sus dimensiones, mesas,  punta, filos, canales, recazo, pomo y puño; así como las volutas, lazos, puentes y patillas de sus arriaces; pero también artísticamente, sin olvidar la distinción entre las meramente cortesanas y las de combate, con su historia y/o leyendas que las rodearon. Cita aquí en primer lugar a la “Durandall”  de Roldan y otra  espada falsamente atribuida al Par de Francia, conocida como la “Joiosa del bel cortar”, depositada en la Armería Real y que ostenta en su arriaz las armas de  Castilla y León. Menciona a continuación a la “Joyosa” de Carlomagno, la “Balisarda” de Renaldo de Montalván, la “Murgleis” de Ganelón, la “Hauteclaire” del Conde Olivier, la “Almace” del Arzobispo Turpin, la “Preciosa” de Emir Baligant y la “Escalibort” de Artús *) que extrajo el mítico rey de una roca.

En lo que hace a historia cierta y  tierras españolas, relata las vicisitudes corridas  por el Cid Campeador Ruy Díaz de Vivar, para primero ganar y después recuperar de  sus apropiadores las célebres “Tizona y Colada”. Con la asistencia de estudiosos e historiadores, nos ilustra acabadamente sobre las espadas de los Reyes de Aragón,  la de San Fernando con puño y pomo en cristal de roca y  que, depositada en la Real Capilla de la Catedral, era llevada procesionalmente en las honras fúnebres sevillanas y en la fiesta de San Clemente. La espada de Fernando V, del Gran Capitán Don Gonzalo Fernández de Córdoba, la falsa espada del Rey de Francia Francisco I, cuya devolución solicitó Murat a España y fue complacido, sin conocerse por entonces que era una réplica labrada por Eusebio Zuloaga en Valencia, y no la  que el rey francés había rendido en Pavía en 1525**) La auténtica habría sido extraviada, como mas tarde concluirían  los expertos. Las espadas de Carlos V, consistentes en un montante obsequio papal, un mandoble forjado en Zaragoza, una espada labrada por “Sebastián Hernández el viejo” de Toledo y una cuarta atribuida por algunos a “Benvenuto Cellini” y por otros a “Antonio Piccinino”, regalo que le habría sido ofrecido al emperador en ocasión de una visita a Milán. La espada  de Francisco Pizarro, cuyo descendiente el Marqués de la Conquista ofreció en Badajoz al escocés Juan Downie, Teniente Alcalde de los Reales Alcázares de Sevilla, para con ella enfrentar a las fuerzas napoleónicas a principios del Siglo XIX, al mando de su Legión de Extremadura.

Una mención especial merece la espada de Alfonso II que conforme a un relato encontró Berenguer de Vilardell junto al dintel de su puerta en reemplazo de la suya. Capaz de cortar un tronco de árbol de un  golpe y matar a un dragón que asolaba la comarca, aunque al precio de la propia vida; pero que conforme a documentación fidedigna fechada  en Barcelona en 1285 vendió a  Alfonso II  por 2.040 sueldos.  La espada de Santa Catalina, a la que se atribuían propiedades curativas por lo que pasaba de casa en casa cumplimentando esa acción benéfica. Esta lleva grabada en el  pomo la leyenda “Ave María gratia plena” y sobre el arriaz “Dios vence de todo”. Siendo materia de polémica la época en que había sido forjada, esta circunstancia permite al Barón relatar la historia y evolución de la espada (en general), desde el Siglo XI al XIV (Págs. 122/126), para concluir datándola en ese último siglo en razón de su estilo.

Sin perjuicio de abundar en más espadas y personajes famosos, concluye el trabajo con ilustrativas notas - referencia y un listado que reúne alfabéticamente los nombres de 222 célebres espaderos españoles.

 
José Luis Mignelli
 
 
  *)  Excalibur del Rey Arturo.

**) Ciudad de la Lombardía. Victoria de Carlos V sobre Francisco I de Francia, en la que este cayó prisionero de los españoles en la fecha arriba citada.
 
 
* * *

miércoles, 10 de abril de 2013

Reseña e interrogantes sobre el sable atribuido a los Generales Belgrano, Güemes y Alvarado. Las pistolas de Belgrano.


Manuel Belgrano
Óleo de P. C. Ducros Hicken
Museo Histórico Nacional

Por José Luis Mignelli
                

“Tengo el honor de dirigirme a Ud. a efectos de comunicarle los datos que he podido obtener sobre el origen del sable del General Miguel de Güemes.”

 Tcnl. Bernard Belondrade. Agregado de la Gendarmería Nacional de Francia. (7/VI/1994)

                                                          

El 1º de Octubre de 1819 José María de Nadal en representación de su primo, el comerciante porteño Miguel Riglos, ofreció en Salta al Gral. Martín Miguel Juan de la Mata Güemes (1785 – 1821), un fino sable de parada. Éste acusó recibo el 19, sin que la donación se hubiese perfeccionado con la entrega del arma. Ésta se encontraba en tránsito y en manos de su portador, un paisano de apellido Zuviría. A la muerte del prócer, ocurrida el 17 de Junio de 1821, como consecuencia de las heridas sufridas en una escaramuza con tropas realistas, el sable acompañó su féretro, quedando posteriormente en poder de su primogénito Luis Güemes Puch. Éste lo obsequiará más tarde a su amigo, el gobernador de Salta y guerrero de la Independencia Rudecindo Alvarado (1792 – 1872).


General Güemes
por Eduardo Schiaffino

En 1881 Antonina Alvarado viuda de Moyano e hija del General Alvarado, donó el sable al Congreso de la Nación. Una década después, la Cámara de Diputados mediante nota cursada por su prosecretario A. M. Tallaferro, de fecha 10 de Septiembre de 1890, cedía el sable en calidad de depósito al Museo Histórico de la Capital. La entrega se realizaba con cargo de devolución, para el supuesto de que el repositorio de reciente creación fuese clausurado. Su impulsor y primer director Adolfo P. Carranza, demostraba por entonces una febril actividad, recolectando objetos y documentos históricos para el mismo. El museo funcionaba por entonces, en el edificio todavía existente, en el Parque Botánico de la Ciudad de Buenos Aires. (1)

 Se ha sostenido que el sable de Güemes, había pertenecido en forma pretérita a Belgrano (1770 – 1820), no conociéndose evidencia que así lo acredite. Por el contrario, se ha señalado que el creador de la bandera no se encontraba en Salta por aquella fecha y aún que Güemes y Belgrano no tuvieron contacto físico (2), aunque sí una vasta y afectuosa comunicación epistolar. Se atribuye a la donante haber mencionado la previa pertenencia del sable a Belgrano, en circunstancias de efectivizar la donación. Pero ¿de dónde habría surgido su personal convencimiento al respecto?


"La Agonía y Muerte de Güemes"
Cuadro al óleo de Antonio Alice, fechado en 1910.
Medalla de Oro de la Exposición Internacional de Arte del Centenario.
Actualmente se encuentra en la Legislatura Provincial de Salta.

Grenón, en su conocida obra sobre armas blancas de la República Argentina, no hace referencia al sable de Güemes. Describe en cambio un sable de Belgrano, dibujándolo de su mano, entre otros existentes en el Museo Histórico Nacional. Sus características distintivas: aro de oro y cabeza cascada, son semejantes al que nos ocupa. Conforme a Grenón (3), la Asamblea Constituyente decretó la entrega de un sable al prócer, en premio por su actuación en la Batalla de Salta (20/II/1813), con las siguiente especificación: “un sable con guarnición de oro; grabándose en la hoja la siguiente inscripción: La Asamblea Constituyente al benemérito General Belgrano”.

¿El sable descrito por Grenón, era el de Güemes? ¿Grenón concluyó afirmativamente sobre su pertenencia a Belgrano, en base al rótulo con que era expuesto en el MHN y sin confirmar que la leyenda difundida por El Redactor de la Asamblea, figurase en la hoja? Si así fue, cabe preguntarse porque no hizo mención a las sucesivas y posteriores titularidades, en cabeza de los generales Güemes y Alvarado. ¿Las pistolas con llave de chispa e incrustaciones en plata y oro, con las que Belgrano fue distinguido por sus triunfos en Tucumán y Salta, pudieron ser un premio sustitutivo del sable? Al costo de 637 pesos y siete reales, el Cabildo de Buenos Aires costeó un par de pistolas de los prestigiosos armeros Tatham & Egg*) de Inglaterra. (Vid Acuerdo del Extinguido Cabildo de Buenos Aires del 25 de Noviembre de 1814). Conforme a documentación histórica divulgada por el Instituto Nacional Belgraniano, el 21 de Agosto de 1814 las armas fueron remitidas al prócer con un oficio y en manos de su portador D. Francisco Joaquín Muñoz. Belgrano acusó recibo el 25, en el margen del mismo documento y agradeciendo el envío, desde su convalecencia, la chacra familiar del Caserío de Perdriel en San Isidro. Al fallecer en 1820, pasarán más tarde por decisión familiar a Juan Nepomuceno Terrero, quién las obsequió a Juan Manuel de Rosas en 1834. (4) Las pistolas de calibre “16 en libra”, disparador “al pelo” y finamente labradas con motivos de viñas y trigos, llevan la siguiente dedicatoria en los planos de sus cañones octogonales de 10,5 pulgadas de longitud: “La ciudad de Buenos Ayres at (al) General Belgrano.” “Vencedor en Tucumán y Salta.” “La libertad de la patria establecida.” El escudo de la Asamblea del Año XIII está cincelado en las empuñaduras, con la inscripción “Provincias Unidas del Río de la Plata.”



Pistolas del General Belgrano, de la firma Tatham & Egg

Aporta confusión, la existencia de otra pistola que perteneció a Belgrano depositada en el MHN y donada al repositorio por Estanislao Zeballos. Su origen es español, de la Villa de Ripoll. Presenta la típica culata con terminación en forma de bola ornamentada en bronce, llave a la española y arco de guardamonte provisto de espolón para apoyo del dedo medio, rematando el extremo de la caña en una abrazadera en metal amarillo. El nombre del General fue grabado en la parte superior del cañón y carece de punzón de fabricante. El Museo la registra también como una distinción del Cabildo porteño a consecuencia de sus victorias en Tucumán y Salta, acción esta última conocida alternativamente como Batalla del Campo de Castañares. De lo expuesto, puede concluirse que pudo tratarse de un obsequio improvisado en la emergencia, mientras la caja con pistolas de presentación, engalanadas con hojas de parra y enredaderas representativas de “la riqueza agraria de las Provincias Unidas” se alistaba en Inglaterra.



Pistola de Ripoll del General Belgrano (MHN)

Un trabajo reciente sobre el prócer, señala que: “Este jefe a mediados de marzo de 1813, al entrar al territorio jujeño dejaba estampado en el libro de Actas del Cabildo: “Aquí concluyó el Cabildo establecido por la tiranía, y que fue repulsada, arrojada, aniquilada y destruida con la célebre y memorable victoria que obtuvieron las armas de la patria el 20 de Febrero de 1813, siendo el primer soldado de ellas Manuel Belgrano.” “

“Agradecía al gobierno de Buenos Aires el honor de recibir el sable con guarnición de oro en la hoja. La inscripción decía: “La Asamblea Nacional Constituyente al benemérito General Manuel Belgrano.”” (5) Recuérdese que poco había transcurrido desde la batalla y por tanto el prócer aludiría a la adjudicación de la distinción, sin acusar recibo de momento, por la recepción material del premio. ¿Se concretaría la entrega? Después de las victorias sobrevinieron Vilcapugio y Ayohuma (ambas batallas en 1813), y con ellas el fracaso de la Segunda Expedición al Alto Perú, lo que motivó el proceso de Belgrano a causa de esas derrotas. No fue hasta Septiembre de 1814 en que obtuvo el sobreseimiento definitivo por parte del Director Supremo Gervasio Antonio de Posadas. Curiosamente había recibido las pistolas poco antes de su rehabilitación.

 Junto con el sable Belgrano recibiría un premio pecuniario consistente en la suma de 40.000 pesos y que él destinó en forma inmediata, a la fundación de cuatro escuelas en Tarija, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero. La donación no se cumplimentó en forma inmediata, ni aún mediata. Escribió al respecto Enrique Mario Mayochi en 1995: “En la segunda mitad de la presente centuria, la autoridad nacional de la Argentina resolvió honrar la memoria de Belgrano erigiendo las cuatro escuelas concebidas por él. La primera en inaugurarse fue la de Tarija en Bolivia. Por su parte el actual gobierno dispuso que se levantasen las otras tres, decisión que al presente tiene principio de ejecución con la de Tucumán.” Sin embargo la suma parece haber estado disponible desde un principio, ya que existe constancia de que su albacea y heredero testamentario, retiró de la misma el importe de 6.666 pesos para atender a la educación de Manuela Mónica del Corazón de Jesús Belgrano Helguero, hija natural del General. (6) ¿Pudo acontecer el mismo incumplimiento respecto a la entrega del sable? De haber ocurrido, no sería el único caso. En un oficio fechado el 1 de Marzo de 1817, suscrito por el Director Supremo de las Provincias Unidas Juan M. de Pueyrredon y dirigido al General San Martín, aquél le anuncia el envío de un premio consistente en un sable y un par de pistolas, con la que había sido distinguido. Al pie de dicho documento, escribiría el Libertador años después:

"Grand Bourg, a siete leguas de París, 17 de Julio de 1840.

Esta donación, como todas las demás hechas por los diferentes estados sudamericanos, ha quedado en ofertas hasta la fecha.

San Martín."




Réplica del sable

El arma en cuestión se encuentra hoy en el MHN, reubicado desde 1897 en el edificio de la calle Defensa 1600 en Parque Lezama y registrado bajo carpeta Nro. 1459, que contiene la siguiente descripción:

“Fecha de Entrada: Septiembre 16 de 1890

Objeto: Sable que perteneció al Gral. Belgrano, pasando posteriormente a poder de los Grales. Güemes y Rudecindo Alvarado respectivamente.

Medidas: largo 1,03 m; de la hoja 0,86 m.

Descripción: Hoja de acero muy corva con figuras y adornos dorados en su tercio superior, de un solo filo, lomo redondo, ancho vaceo en ambas mesas desde la espiga hasta la misma punta. Carece de bigotera, no lleva marca de fábrica ni inscripción alguna. Guarnición de aro de bronce dorado y cincelado con varias figuras simbólicas y ornamentales. Asta de bronce cincelada.

Vaina dorada con dos abrazaderas y anillas correspondientes, teniendo a su derecha tres aplicaciones de bronce representando varias escenas de guerra. El resto de la vaina se halla repujada artísticamente.

Donante: Honorable Cámara de Diputados.

Fdo. Alejo B. González Garaño, Enrique A. Vidal y R. Zabala”


....................................................................................................................................

Observaciones: este sable está fechado en el registro del Museo a nombre del Gral. Rudecindo Alvarado. En la empuñadura no tiene una de las cachas de nácar, y la que conserva se encuentra quebrada faltándole un trozo.” (Sic)

Por nuestra parte señalaremos que el arriaz se compone de aro guardamano, gavilán de parada y escudetes y que la curvatura no parece excesiva si la comparamos con otras de su época, o atendiendo a su flecha, es decir a la máxima profundidad registrada entre el lomo de una hoja y una línea idealmente tendida entre el hombro y la punta de la misma.,86 m.o

Una copia más corta del sable (880 mm), es portada como símbolo jerárquico por los Comandantes Inspectores de Gendarmería Nacional, conforme al Decreto Nro. 7149 de fecha 26 de Junio de 1957, que reglamentó los uniformes de esa fuerza. Una consulta efectuada por ésta, al Agregado de la Gendarmería Nacional de Francia, acerca de la presunta procedencia gala del original, arrojó resultado positivo, señalándose que el sable no corresponde a un modelo del Instituto de Egipto bajo el Primer Imperio, sino al período subsiguiente de la Restauración (1814). Asimismo, que no fue realizado por un arsenal o manufactura real, sino por un armero civil que no estampó su nombre o punzón en la hoja. (7) También la Fuerza Aérea Argentina decidió, en ocasión del Bicentenario del General Belgrano (1970), instituir para sus Brigadieres una réplica del sable. Por razones presupuestarias esta decisión no se efectivizó hasta 1979.
 

Referencias:

(1)   El Museo de la Capital fue creado el 24/V/1889 por el Intendente Municipal Francisco Seeber e inaugurado el 30/VIII/1890 como Museo Histórico de la Capital. Con fecha 26/IX/1891 fue nacionalizado por un decreto del PEN.

(2)   Luis Güemes Ayerza. “El sable del Gral. Güemes.” Revista de Gendarmería Nacional. Nro. 40 del año 1970, y José Eugenio San Julián. “El origen del sable del General Güemes”. Revista de Gendarmería Nacional. Nro. 129 del año 1994. Los autores de estos artículos, niegan categóricamente que el sable de Güemes haya pertenecido alguna vez a Belgrano, opinión no compartida por el Instituto Nacional Belgraniano. (Dice San Julián: “No existió encuentro físico entre Belgrano y Güemes, como tampoco testimonios probatorios de la donación del primero al segundo, de un arma que jamás usó ni tuvo en sus manos.”

(3)    Pbro. Nicolás Grenón SJ. Sables Históricos. Edición oficial limitada a 300 ejemplares sin numerar. Talleres Gráficos de la Penitenciaría. Córdoba, 1933. (“La Asamblea Constituyente en Buenos Aires y en Sesión de 8 de Marzo, al decretar premios de honor para los vencedores de Salta, para Belgrano entre otras cosas se le dé “un sable con guarnición de oro; grabándose en la hoja la siguiente inscripción: La Asamblea Constituyente al benemérito General Belgrano.” (El Redactor, Nro. 3)”)

(4)    Vid. Adolfo Saldías. Papeles de Rozas. Dos Tomos. Talleres Gráficos Sesé y Larrañaga. La Plata 1904 y 1907. (Tomo I, Págs. 122 / 123). Adolfo Saldías. Papeles de Rozas. Tomo I (único publicado). Ediciones Antártida. Antonio Dos Santos - Editor. Buenos Aires, 1948. (Págs. 151 / 152). **) Un artículo publicado en La Nación de Buenos Aires el día 14 de Octubre de 2006 por Loreley Gaffoglio, dice que “Al fallecer Belgrano, en 1820, las armas quedaron en poder de su albacea y abogado, Juan Terrero” (Sic). Conforme a la autora, fue Máximo Terrero hijo de Juan Nepomuceno, quién “casado con Manuelita Rosas, decidió en 1835 ofrendárselas a su suegro, Juan Manuel de Rosas,…” (Sic). Debe señalarse que heredero y albacea del prócer fue su hermano, el canónigo Domingo Estanislao Belgrano y que Máximo Terrero no era por entonces yerno de Rosas, sino un secreto pretendiente de su hija, afecto al que esta no era indiferente. El mismo artículo incurre en contradicción, al ilustrar el texto con la dedicatoria sobre reserva en dorado de la caja, que dice: “A su amigo Jn. Ml. de Rozas – Jn. N. Terrero”, la que revela sin sombra de duda, al verdadero donante. Cabe mencionar que Máximo siguió a Manuela Rosas en su obligado exilio de Southampton, contrayendo ambos matrimonio el 23/X/1852 y fijando domicilio en la ciudad de Londres. Rosas alude escuetamente en su testamento a un par de pistolas, al disponer: “Las dos pistolas fierro del Tucumán las dejo a Máximo.”, según reza la Clausula Nro. 32 del Codicilo y Adiciones, firmado en Burgess Farm el 28/VIII/1873 y ante los testigos que manda la ley el 22/IV/1876. ¿Eran estas las pistolas de Belgrano a las que nos estamos refiriendo? Así lo sostiene Demaría en su Historia de las Armas de Fuego en la Argentina. ***) ¿A qué aludiría Rosas con la enigmática frase “fierro del Tucumán”? ¿Es una velada alusión a la batalla homónima? o indicativo del origen del mineral de hierro con el que las pistolas pudieron haber sido forjadas por razones telúricas o sentimentales. No tenemos respuesta categórica sino solo un indicio acerca de este interrogante, pero Rosas fue muy explícito al mencionar otras armas en su testamento. Cabe también considerar: ¿por cuál razón la dedicatoria al General Belgrano es de la Ciudad de Buenos Aires (mas allá de haber sufragado ésta el gasto), cuando debió ser suscripta según la autora por la Asamblea?, ya que sostiene: “Las pistolas como obsequio en una de las sesiones del Congreso Constituyente vienen a reflejar la alta estima de los patriotas por su gesta.” La Caja de Palo de Rosa conteniendo las pistolas, munición y accesorios, fueron exhibidas en el Museo de Arte Decorativo de Buenos Aires y en el Senado de la Nación, antes de ser subastadas en XI/2006 por la firma Christie’s de New York. Se habría obtenido por ellas la suma de u$s 374.400.- (Trescientos setenta y cuatro mil cuatrocientos dólares estadounidenses), ante un Estado Argentino emergente de la crisis, pero siempre indiferente. Al año siguiente, las pistolas habrían reingresado temporalmente al país a fin de ser exhibidas en la Tercera Edición de la Feria de Anticuarios de Buenos Aires realizada en el Palais de Glace, entre los días 8 y 16 de Septiembre de 2007. Esto permitiría presumir que el adquirente (quién exigió anonimato en ocasión de la subasta), podría ser un connacional rioplatense. Las pistolas fueron presentadas en la Feria por el Sr. Eduardo Cohen, titular de la firma “Arita Joyeros y Anticuarios.”

(5)    Cristina Minutolo de Orsi. Belgrano y el principio de Unidad Nacional. En el Año Belgraniano 1812 - 2012. Revista del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas. Nro. 1, Segunda época. Año 2012. Anuario. (págs. 40/41).

(6)    Vid Enrique Mario Mayochi. Las escuelas de Belgrano e Isaías José García Enciso. Manuela Mónica del Corazón de Jesús Belgrano. Ambos trabajos en Manuel Belgrano. Los ideales de la Patria. Instituto Nacional Belgraniano. Manrique Zago Ediciones SRL. Buenos Aires, 1995 (Dice García Enciso: “Según constancias existentes en el Archivo General de la Nación, firmadas el 28 de Enero de 1886 por el presidente de la Junta de Administración de las deudas de la Independencia, don Pedro J. Vela, y el secretario contador Alfonso de María, el canónigo Belgrano retiró de la cuenta de 40.000 pesos, destinados por Belgrano para la dotación de cuatro escuelas, la suma de 6.666 pesos para la educación de Manuela Mónica.”

(7)   Vid. José Eugenio San Julián. Artículo citado.
 

Llamadas:
 

*) Henry Tatham (1770 – 1835) & Joseph Egg (1775 – 1837). Gunmakers & Sword Cutlers to George III. 37 Charing Cross, County of Middlesex (circa 1801/1814). La sociedad se disolvió el 8 de Septiembre de 1814 y Jean Joseph proveniente de una familia de armeros se instaló en el Nro. 1 de Piccadilly, en Londres, adquiriendo gran fama por sus pistolas de duelo. Se atribuyó la invención del pistón o capsula de cobre con fulminante de mercurio para las armas de percusión, que otros adjudican en cambio al artista e inventor Josuha Shaw.

**) XLV – Carta de J. N. Terrero a Rozas, anunciándole el envío de unas pistolas que pertenecieron a Belgrano.
 

Julio 23/834
 

Mi querido amigo Juan Manuel:
 

  Una casualidad hizo que vinieran a mi poder, por voluntad de la familia, esas pistolas memoria del inmortal ciudadano y compatriota el Gral. D. Manuel Belgrano. Yo creo que ellas tienen el mérito de ser una alhaja, con que fueron premiados, en parte, los patrióticos servicios de aquel ilustre Porteño; y pareciéndome que ningún otro que tú puede ser mas acreedor de poseerlas, tengo el gusto de pasártelas como un recuerdo de la gratitud con que me honras de ser tu primer amigo y compañero.
 

J. N. Terrero


XLVI – Carta de Rosas a Terrero, agradeciendo el envío de las pistolas que pertenecieron a Belgrano.
 

Julio 24/834
 

Mi querido Juan:
 

  Favorecido por la sincera expresión de tu apreciable de ayer con la que te has dignado pasar a mi poder las pistolas que se hallaran en el tuyo por voluntad de la familia del inmortal Ciudadano y Compatriota nuestro General Dn. Manuel Belgrano, mi gratitud obligada justamente sabrá estimarlas reconociendo en ellas una de las memorias de honor con que fueron premiados en parte los servicios de aquél Ilustre Porteño.

  Las conservaré también como un recuerdo de tu fina amistad, y de la gratitud como que me honro de ser tu primer amigo y compañero.
 

Juan Manuel de Rosas


***) Rafael M. Demaría. Historia de las Armas de Fuego en la Argentina. 1530 – 1852 EDICIONES CABARGON. Buenos Aires, 1972 (Vid páginas 347/ 349 e ilustraciones Nros. 25/27)


Dice Demaría: “Las pistolas han sido fabricadas por la firma inglesa Tatham & Egg. Son, naturalmente, de chispa y se apartan del severo diseño que para entonces se imponía entre los armeros ingleses. Están lujosamente decoradas con incrustaciones de plata y plata dorada en la caja y punzones y letras de oro en la platina y cañón.”

Señala que la expresión de Rosas al mencionarlas en su testamento, obedece a que se decía que sus cañones habían sido fabricados con hierro del famoso aerolito de Pampa del Cielo en Santiago del Estero, para lo cual se habría enviado un trozo de dicho metal a la fábrica.

Después de la muerte de Máximo y Manuelita, las pistolas habrían sido enajenadas a un coleccionista inglés quién las conservó hasta su muerte en 1930, pasando entonces a manos de W. Keith Neal de Warmister, Wiltshire, Inglaterra, en cuyo domicilio el autor tuvo ocasión de observarlas durante una visita. Conforme a información periodística, otro de los posteriores poseedores de estas pistolas fue William Simon, ex Secretario del Tesoro de los Estados Unidos de América.

Glosario:
 

Calibre 16 en libra: Significa que son necesarias 16 balas esféricas de plomo, del mismo diámetro del cañón para completar el peso de una libra.
 

Caña: Una de las tres partes en que se divide la caja de una pistola: caña, cuerpo y culata.
 

Disparador “al pelo”: Voz técnica que alude al mecanismo que ha sido calibrado para que una mínima presión sobre la cola del disparador, resulte suficiente para efectuar el disparo.
 

Llave de Chispa o de Sílex: Su aparición data de c. 1540/1550. Consiste en un gatillo, can o pie de gato provisto de dos quijadas accionadas por un tornillo que sujetan una piedra de pedernal tallado, y una batería; montadas ambas sobre la platina. Al oprimir la cola del disparador, el gatillo previamente montado, cae sobre la batería originando chispas que inflaman el cebo depositado en la cazoleta. Esta última está conectada a la recámara del cañón mediante un oído, produciéndose así la deflagración de la pólvora y el consiguiente disparo. Las llaves de chispa se clasifican en: Llave de Snaphaunce (de Schnapp – Hann: voz holandesa que significa “pica la gallina”, por la similitud de ese movimiento con el accionar del gatillo al caer sobre la batería), Llave a la Española, Llave a la Francesa, Llave a la Moda o de Madrid, Llave Balcánica y Llave a la Caja.
 

Llave a la Española: También llamada de miquelete, miguelete o de patilla. Se caracteriza por presentar el muelle real y la mayor parte de las piezas, en la parte exterior de la platina. El tornillo que acciona las quijadas del gatillo remata en una anilla y el rastrillo en forma de L, reúne en la misma pieza una batería ranurada y la tapa de la cazoleta. El pie de gato en sus dos posiciones: armado y seguro, es mantenido en las mismas por dos calzos que atraviesan la platina saliendo al exterior. Su origen se remonta a c. 1580 y se atribuye su invención a Simón Marquarte (el mozo).
 

Platina, pletina o plantilla: Plancha metálica de hierro o acero sobre la que se montan las piezas de una llave de fuego ya sea de chispa o sílex o de percusión.
 

Ripoll: Villa de España en la provincia de Gerona, al norte de Barcelona y al pie de los Pirineos, conocida desde la Edad Media por su industria armera de tradición alemana e italiana. Esta se trasladó finalmente a Berga en 1835, a causa de las invasiones napoleónicas y de la primera guerra carlista, que destruyeron repetidamente sus talleres. Uno de sus destacados maestros armeros fue Eudal Pous, quién trabajo también en Madrid.
 

Rudecindo Alvarado: General argentino y guerrero de la Independencia. Gobernador de Mendoza y Salta. Militó en el unitarismo, pero en 1848 regresó al país amnistiado por Rosas. Fue Ministro de Guerra y Marina de la Confederación Urquicista, Mariscal de Campo de Chile y Gran Mariscal del Perú.
 

* * *