martes, 4 de febrero de 2025

La ciudad creciente

 (Nueva Orleáns: Una reseña histórica)

Por José Luis Mignelli

Recostada en una curva del Padre de las Aguas, la Nouvelle Orléans fue fundada un incierto día, entre marzo y abril de 1718, por Jean Baptiste Le Moyne, Sieur de Bienville, navegante francés quién junto a su hermano el Señor de Iberville, colonizaba tierras americanas para la Francia de los Luises, a principios del siglo XVIII°. Un primer asentamiento había sido concretado por el último sobre la costa del golfo en 1698, hoy estado de Mississipi, al que bautizó Biloxi, en memoria de una tribu de indios lugareños. Si bien la Luisiana había sido descubierta por los españoles en el siglo XV, fue más tarde, en 1682 cuando el malogrado navegante francés Jean La Salle la reclamó para Francia.

En tiempos de la vela, el caudaloso Mississipi, no podía ser navegado desde su desembocadura en el golfo, atestadas sus bocas por bancos de arena, troncos y sedimentos que arrastraba la corriente desde siglos. No sería hasta fines del siglo XIX°, cuando el capitán John B. Heads comisionado por el Gobierno Federal, logró canalizar y profundizar una de sus bocas, convirtiendo a Nueva Orleáns en un importante puerto internacional.

Siguiendo una ruta india, remontó Bienville sucesivamente los lagos Borgne y Pontchartrain, más un tramo del arroyo Saint John, para finalmente desembarcar y abrir una vía de comunicación hasta el río. Desafiando una densa vegetación y pantanos plagados de caimanes, serpientes y mosquitos, tendió y estableció como definitiva la Route du Bayou St. John, por mucho tiempo el único camino de acceso a la ciudad. Antiguos planes y no planos (1710 y 1720), del primer asentamiento, muestran diseños rectangulares y amurallados, concebidos por los ingenieros Blond de la Tour y Adrien Pauger. Sería frente al río y en una pequeña bahía en forma de medialuna, que motivaría su mote de Crescent City, donde fundó Bienville la ciudad que bautizó Nueva Orleáns, en homenaje al regente de Francia Louis Philipe de Orleáns.

La colonización había sido confiada a la Compañía del Oeste, la que mediante una engañosa propaganda concebida por el escocés John Law, un jugador devenido en banquero y financista, pintaba un paraíso tropical con minas de oro y plata, en lo que no era más que un humedal de tierra pantanosa, plagada de ofidios y reptiles, golpeada reiteradamente por tormentas y huracanes.

Cuando en 1649 la dilatada regencia del fundador tocó a su fin, Francia envió como gobernador a Pierre Cavagnal de Rigaud, Marqués de Vaudreuil, quién junto a su esposa intentaron trasladar el boato de Versalles a América, incurriendo en onerosos gastos para banquetes, recepciones y bailes, no dudando en saquear el erario público, para la compra de bebidas alcohólicas y drogas, que revendían indistintamente a “soldados, negros e indios”. Así lo atestigua un documento oficial fechado en 1751, emitido por el Intendente Comisario Michel de la Rouvillière. No obstante su deshonesto e indecoroso desempeño, el marqués fue finalmente promocionado a gobernador del Canadá y reemplazado por el capitán Louis Billouard de Kerlérec, cuyos planes para retornar a las buenas costumbres y a la austeridad en los gastos, lo enemistaron con una población ya corrompida, lo que motivaría al fin su destitución.

El requerimiento de compañía femenina había sido circunstancialmente saldado con el envío de un contingente de prostitutas, que proveyó la cárcel parisina de L’ Salpêtrière. Algunas de ellas contrajeron matrimonio con los colonos, salto que las posicionó dentro de la élite fundadora, y al que debería Nueva Orleáns la fama de ciudad pecaminosa, que para algunos siempre ostentó. Los siguientes envíos consistieron en jóvenes decentes y procedentes de buenas familias. Se las conoció como “filles à la cassette”, ya que bajaban de los barcos con una canasta bajo el brazo con ropa para el viaje, en una inusual cortesía de la compañía, que nunca buscó otra cosa que su propio provecho. A su arribo, eran escoltadas y alojadas en su convento por las monjas ursulinas, a la espera de una oportunidad para contraer matrimonio. Se ha dicho que ser descendiente de una “fille à la cassette”, en Nueva Orleáns, es poco menos que ser descendiente de los padres peregrinos que llegaron en 1620 a bordo del May Flower, a las costas de Nueva Inglaterra.

Los incendios de 1788 y 1794 destruyeron más de mil edificios de la incipiente colonia, facilitados por paredes, techos y pisos construidos en madera, barro y musgo español. Sería justamente bajo el dominio de España, cuando la edificación mejoró sustancialmente, caracterizando a su núcleo fundacional el Vieux Carré, también conocido como Barrio Francés (aunque en rigor muy español), con casas de material, patios interiores y balcones con galerías “sur le banquette” decorados con rejas de hierro forjado. O alternativamente, con finos encajes de hierro fundido, que también la ciudad preservó en gran parte hasta hoy. Su recuperación y revalorización después de un dilatado período de abandono que había comenzado a fines del siglo XIX, se inició a principios de la década de 1920. En 1936 la Legislatura de la ciudad creó el Vieux Carré Comission, un organismo municipal destinado a velar por su preservación. La Old Square, como también se lo conoce, comprende catorce cuadras de largo por seis de profundidad y se extiende desde la calle del Canal hasta la avenida Esplanade, y desde Decatur (antigua calle del muelle en tiempos de los españoles), hasta Rampart Norte. Contribuyeron también a esta finalidad asociaciones civiles como Friends of the Cabildo, Patio Planters, Vieux Carré Property Owners, y Louisiana Landmarks Society.

La soberanía española fue consecuencia de la guerra de los siete años (1756/63), que privó a Francia a favor de Inglaterra de sus posesiones en Canadá, pero también de las tierras al este del Mississipi, hasta su límite con las colonias inglesas, a excepción de Nueva Orleáns y alrededores. En esas circunstancias Luis XV rey de Francia, traspasó el dominio de Luisiana a su primo Carlos III° de España (borbón al fin), conforme a los tratados de Fontainebleu y París.

España envió tardíamente en 1766 a su primer gobernador en la persona de Don Antonio de Ulloa, quién resistido por la población fue devuelto al rey sin más trámite. Al rendir cuenta éste de su peripecia americana, recordó el monarca tener a su servicio al eficiente general irlandés Don Alexander O’Reilly, que la ciudad recuerda como el sangriento Al frente de una considerable fuerza militar, O’Reilly desembarcó, procesó sumariamente y fusiló a los cabecillas independentistas, ciudadanos pertenecientes a familias prominentes, cuyo lema era: “o franceses o libres e independientes”. Fue este un doloroso episodio para los criollos de la ciudad, veladamente conmemorado cuando se nominó como Frenchmen, una calle del vecindario Marigny,*) cuyo nacimiento en Esplanade, era el lugar donde la ejecución se realizó. Un censo ordenado por el mismo O’Reilly, estableció que la colonia se componía por entonces de 3.190 almas, de las cuales 1.225 eran esclavos de color. Cuando al cabo de un año y medio todo estuvo sosegado, informó al rey de España que podía enviar un nuevo gobernador.

Nadie ha dudado que los gobernadores españoles en número de ocho, fueron más honestos y eficientes que los franceses, destacando entre ellos Francisco Luis Héctor de Carondelet, Barón de Carondelet (c. 1791/97), quién ordenó cavar un canal navegable entre el Bayou Saint John y una dársena artificial, facilitando la provisión de pescado fresco a la ciudad. Por su parte Esteban Rodríguez Miró (c. 1785/91), había abierto el comercio con pobladores del norte conocidos como Kaintucks, los que bajaban por el río en balsas repletas de mercaderías que incluían a la postre su propio medio de transporte, ante la imposibilidad de regresar a contra corriente, río arriba. Samuel Langhorne Clemens, piloto de un barco a vapor en su juventud, relata en Life on the Mississipi, que se navegaba hacia Nueva Orleáns por el centro del río, aprovechando la corriente que fluye hacia la desembocadura. Y río arriba por sus flancos para evitarla. Atentos siempre al dictamen del sondeador, quién medía la profundidad en los bajíos. Fue este oficio el que originó su seudónimo literario como “Mark Twain”, medida equivalente a las dos brazas mínimas de profundidad necesarias para no varar.

El gran benefactor de la ciudad fue Don Andrés Almonaster y Roxas, rico notario andaluz que levantó a su propio costo el Cabildo, la catedral de San Luis, y el Presbiterio, alineados frente a la Plaza de Armas en el centro mismo de la ciudad. Su hija Micaela, joven de un fuerte y rebelde carácter, casaría con Celestin Pontalba, hijo del rico marqués francés homónimo, matrimonio del que nacieron tres hijos. La vida en la campiña francesa aburrió por fin a Micaela, quién abandonó a su familia para llevar una vida licenciosa en París. En un encuentro con su suegro, en el que se ventiló su censurable estilo de vida, se desató la tragedia. Tras gritos y disparos, la servidumbre encontró a los contendientes arma en mano, mutuamente baleados yaciendo sobre charcos de sangre. Recuperada de sus heridas, Micaela retornó a su ciudad natal en 1848, donde dueña de una considerable fortuna, asumió emular a su padre, levantando en 1849/51, los suntuosos edificios Pontalba de ladrillo rojo, que ostentando en sus balcones el monograma AP (Almonaster Pontalba), en hierro forjado, flanquean la plaza Jackson. Si su primera elección fue el acreditado arquitecto local James Gallier Jr., terminó confiando la obra a Henry Howard de New York, no dudando en trepar a los tejados para vigilar la marcha de la construcción.

El dominio español había tocado a su fin el 1 de Octubre de 1800, debido al Tratado de San Ildefonso, que al cabo de treinta y siete años retornó a la ciudad bajo la soberanía francesa. Aunque no sería por mucho tiempo. Thomas Jefferson, presidente de los Estados Unidos en 1801, envío una comisión a Francia con instrucciones de comprar la ciudad. Para sorpresa de los negociadores, Francia a través de su Ministro de Exterior Talleyrand, no sólo ofreció Nueva Orleáns, sino toda la Luisiana por sólo quince millones de dólares. Anoticiado, Jefferson aceptó la propuesta, con la sola condición de que el pago se hiciese con Bonos del Tesoro. La Francia de Napoleón Bonaparte necesitaba el dinero para solventar su guerra con Inglaterra, y curiosamente logró descontar los valores en la banca inglesa Baring Brothers. El Louisiana Purchase se oficializó en 1803 en el cabildo de la ciudad, pero Luisiana no era entonces el estado que hoy conocemos, sino un vasto y dilatado territorio de 1.172.000.- millas cuadradas, que se extendía y ensanchaba en dirección norte hasta Canadá. Catorce estados americanos nacieron o completaron su geografía a su costa. La misma ciudad ampliaría sus límites poco después, cuando en 1810 compró a Claude Tremé una sección de la plantación Morand Moreau, que sería conocida más tarde como Faubourg Tremé, o a secas el Tremé. Habitat por excelencia de la comunidad cultural afroamericana y la más antigua del país, con su histórica iglesia católica de San Agustín (1841/42), la plaza Congo y el parque Armstrong, delimitado por las arterias Conti, Rampart Norte, Esplanade y Broad. Sumado ello al loteo de la plantación Marigny, cuyo nombre alude a su dueño Bernard Marigny, un rico y noble criollo adicto al juego amigo del célebre James Bowie, quién debió venderla para solventar sus deudas. Jim Bowie (divulgador pasivo y activo usuario del afamado cuchillo que lleva su nombre), poseía una plantación en Opelousas, en la orilla oeste del río, y junto con Marigny, frecuentarían las mesas de “craps” y “poque” (dados y pocker), en Maspero’s Exchange, en St. Louis y Chartres, frente a la casa de Napoleón. Bowie visitaba asiduamente la ciudad y habría transcurrido allí su larga convalecencia, a raíz de las graves heridas recibidas en 1827 en el enfrentamiento conocido como Vidalia Sand Bar.

En un sentido lato, la palabra criollo designaba a los descendientes de franceses y españoles, primitivos colonizadores de Luisiana. Pero en un sentido más amplio comprendía a los criollos de color, subcultura de gente libre y tez más clara procedente del Caribe, que incluían al pie de sus firmas, las iniciales de las palabras “hombre libre de color”, o en su caso “mujer libre de color”. Dentro de este conglomerado racial destacaban por su belleza las jóvenes cuarteronas y octavonas, que lucían como blancas con un leve toque de color que las hacía muy atractivas. Si bien los matrimonios interraciales estaban prohibidos, la clase adinerada toleraba (para mal), las uniones clandestinas o mariage de main gauche, conocidos también como placage o placée. Todos los años se realizaba en la Salle de Ball de Orleans (todavía en pie y hoy anexa al Bourbon Orleans Hotel), el Baile Cuarterón (Quadroon Ball), al que sólo se invitaba a los planters (hombres ricos dueños de plantaciones de caña de azúcar y/o algodón), que negociaban con las madres de estas jóvenes, las condiciones económicas del acuerdo amoroso. Este suponía no sólo una casa confortablemente instalada, sino muchas veces el sostenimiento de toda la familia de la agraciada. Las relaciones podían ser de por vida, o hasta que el hombre contrajera matrimonio formal con una mujer blanca de su propia clase. De estas uniones marginales nacían hijos, que también eran libres y recibían una educación esmerada en artes o letras, a veces en París.

No faltaron lances de honor, entre los caballeros que se disputaban el favor de estas mujeres, debidamente aleccionados por maestros de esgrima como Pepé Llulla, Bastille Croquère o Gilbert Rosière, que habían sentado sus reales en el pasaje Exchange. Los duelos concertados acontecían en los fondos de la catedral de San Luis, Orleans Alley, (Pirates Alley), o bajo el afamado Dueling Oak de la plantación Allard, hoy City Park. José “Pepe” Llulla, un español procedente de las Baleares, fue un experto en el combate con cuchillo y llegó a superar en espada a su maestro y bien reputado mentor Llouette. Se lo consideraba invencible y falleció de muerte natural el 6 de marzo de 1888 a los 73 años de edad. Fue enterrado en el cementerio de su propiedad, hoy llamado Saint Vincent de Paul, ubicado en el número 1322 de la calle Louisa.

En ocasión de la guerra entre los estados (1861/65), Nueva Orleáns fue tempranamente neutralizada (1862), por el Almirante David G. Farragut ejecutor del plan Anaconda concebido por el General Winfield Scott. Este consistía en el bloqueo del golfo de Méjico y ríos interiores, impidiendo las exportaciones, pero también el ingreso de armas y mercaderías indispensables para una economía fundamentalmente agrícola. Poco después, Washington comisionó al General Benjamin Franklin Butler, como administrador federal de la ciudad, apodado “the beast” por la población, pero también “Silver Spoon”, ya que le enrostraban adicionalmente haber arrasado con toda la platería que encontró a su paso en las mansiones del Garden District. Una rica y victoriana circunscripción vecinal, delimitada por las avenidas Jackson, Louisiana, Saint Charles y la calle Magazine. **) Sus enfrentamientos con la ciudadanía, sumado a sus diferendos con el cura párroco de Saint Patrick, el Pbro. irlandés James I. Mullon, motivarían su destitución al cabo de seis meses. Si bien la guerra trajo aparejada el fin de la esclavitud, dio también paso a la segregación racial que regía en el norte y que comenzaría después de la Era de Reconstrucción Radical (1865/77), con las tropas federales ocupando todo el Sur. Durante la misma, se producirían luctuosos episodios signados por el enfrentamiento entre republicanos, demócratas republicanos, las tropas gubernamentales de ocupación y hasta una nueva policía metropolitana con gran cantidad de agentes de color, que se llevaban muy mal con sus antiguos opresores. De todo esto dan buena cuenta las llamadas batallas “del Cabildo” y “al pie de la calle del Canal”, ocurridas en 1873 y 1874 respectivamente ***). La llegada del gobernador de Luisiana Francis T. Nicholls en 1877, significaría el retorno y ascenso de los supremacistas blancos al poder, que juzgaban el período anterior como un estado de cosas “con ausencia de ley”, signado por los “caza fortuna” norteños auxiliados por sus cómplices, los colaboracionistas locales, a los que se llamó despectivamente “carpet baggers” y “scalawags”. A partir de entonces, los criollos de color perderían los privilegios que los posicionaban en un sector privilegiado de la sociedad, pasando a la misma categoría que los negros puros. Todos sin excepción, bajo el imperio de las llamadas leyes de Jim Crow. Es ilustrativo al respecto el fallo Plessy vs. Ferguson, en rigor Homer Plessy (un criollo de color octavón), contra el estado de Luisiana por discriminación, con la participación de Ferguson en calidad de juez interviniente. Dicho fallo (1896), que consolidó el principio “instalaciones iguales pero separadas para blancos y negros”, fue avalado no sólo por la Corte Suprema de Luisiana, sino a posteriori, por la de los Estados Unidos de América. Sin embargo un miembro de esta última, John Marsall Harlan opinó en contrario, y fue profético cuando fundamentó su voto en disidencia, sosteniendo que ese fallo “sería considerado odioso por la posteridad y que en Estados Unidos no podía haber ni clases de individuos ni castas.”

Pero también hubo y perduró en el tiempo, discriminación entre las mismas personas de color. El músico de jazz George Lewis (Joseph Francois Louis Zeno), negro de origen senegalés, relató a su biógrafo la humillación sufrida a partir de su incorporación a la Olympia Band de Arnold Depass en 1929, en reemplazo del clarinetista Alphonse Picou, cuyos integrantes eran todos de tez más clara. Sin embargo no provinieron de ellos los agravios, sino de una contratista créole en un local de la calle Villére, quién se expresó en patois, una jerga que Lewis podía entender. La expresión Jim Crow, como alusión peyorativa hacia la gente de color, procedía de una canción y baile que ejecutaba con la cara tiznada, un actor llamado Thomas E. Rice (1808 – 1860), quién manifestó haberla aprendido de un hombre negro muy mayor en manifiesto estado de ebriedad.

Uno de los máximos defensores de la esclavitud en Luisiana, fue el abogado de origen judío Judah Philip Benjamin, nacido en las Islas Vírgenes y establecido en 1828 en Nueva Orleáns. Contrajo matrimonio con una criolla blanca, francesa y católica llamada Natalie Bauchée de San Martín, perteneciente a una familia muy rica, con la que tuvo una hija. Sumamente Inteligente y eficiente en el ejercicio de su profesión desde 1832, resultó más tarde electo senador por Luisiana (1853), destacándose en el Congreso de los Estados Unidos por sus discursos en favor de la esclavitud. Fue propietario a partir de 1840, de una plantación de caña de azúcar llamada Bellechasse, así como de 140 esclavos a los que habría dispensado un trato humanitario. Durante la guerra de secesión fue Secretario de Estado y de Guerra en el gabinete de Jefferson Davis. Exiliado en Inglaterra, a causa de la derrota confederada, ejerció también allí exitosamente la abogacía y llegó a formar parte de los asesores jurídicos de la reina Victoria. Falleció en París en 1884 y fue enterrado en la bóveda de la familia de su esposa, en el cementerio francés Père - Lachaise.

Poco después del interregno de James Wilkinson, un controvertido general acusado de espionaje a favor de España, cuyo nombre recuerda una cortada detrás del edificio upper Pontalba, Estados Unidos designó en Diciembre de 1803 a William Charles Cole Clairborne, como gobernador provisorio del territorio de Orleans. Este pronto informaría a Washington que los habitantes de Nueva Orleáns solo parecían interesarse en bailes, banquetes y desfiles, sin perjuicio de parecerle también informales, indolentes y lujuriosos. No obstante, lograría ganarse por su desempeño, la simpatía y aprobación de la población, lo que le valió ser elegido primer gobernador de Luisiana en 1812, en elecciones libres.

Los primeros estadounidenses no fueron bienvenidos, pues la ciudadanía culta y refinada de la ciudad los consideraba poco menos que bárbaros, como aquellos boatmen que en tiempos de Miró procedentes del Valle del río Ohio, llegaban en sus balsas para comerciar; satisfaciendo sus necesidades en el burdel flotante de Annie Christmas, las tabernas de Girod St., conocidas como The Swamp, o lo que más tarde fue Gallatin St. y hoy French Market Place. Rechazados por la población local, los americanos se instalaron del otro lado de la calle del Canal fundando el vecindario Saint Marie, con la plaza Lafayette y su propio City Hall de estilo greek revival, obra del arquitecto James Gallier Senior, a un paso del actual CBD (el Distrito Central de Negocios, delimitado por Canal, Poydras y Loyola), así como también del ahora Warehouse & Arts District, con sus barracas, museos y galerías de arte. Si los criollos levantaban el suntuoso Hotel Saint Louis en el Downtown (1836), obra del arquitecto J. N. B. de Pouilly, los americanos harían lo propio en el Uptown, construyendo el Saint Charles (1837), diseñado por Gallier & Dakin.

Como era de esperar los anglosajones prosperaron rápidamente en sus negocios, levantando imponentes mansiones al oeste de la ciudad muy cerca de las plantaciones y formando las barriadas de Lafayette, Nuns y Livaudais. Unificadas más tarde como ciudad de Lafayette, ésta se incorporaría oficialmente a Nueva Orleans en 1852 como su Distrito Jardín, a la vera de la suntuosa Avda. Saint Charles. La victoria de Andrew Jackson sobre los ingleses en la batalla de Nueva Orleáns (1815), había unificado al país entero, consagrándolo también como héroe local. Con los años (1856), su estatua ecuestre debida a Clark Mills presidiría Jackson Square.

Como consecuencia del Louisiana Purchase y la consiguiente llegada de estadounidenses, Nueva Orleáns se convirtió en una ciudad bilingüe. De un lado de la calle del Canal (Downtown), se hablaba en francés y del otro (Uptown), en inglés. En atención a esta circunstancia el Banque des citoyens de la Louisiane, emitió un billete de diez dólares, que en el anverso rezaba “Ten” y en el reverso “Dix”. Se lo conoció como Dixie y terminó identificando primero a la ciudad, luego al estado y por último a todo el Sur (es decir a los estados ubicados debajo de la línea Mason & Dixon, en principio sólo el límite entre Pennsylvania y Maryland). En cuanto a la composición musical Dixie’s Land (devenida en marcha), data de 1859 y fue obra del músico norteño Daniel Decatur Emmett, compositor de Ministrels Shows.

Nuevos inmigrantes llegaron a la ciudad en la segunda mitad del siglo XIX. Los irlandeses a partir de 1830/50, predominantemente católicos, se asentaron en el llamado Irish Chanel. Una franja de tierra comprendida entre las calles Magazine y Tchoupitoulas cerca del río, en la parte alta de la ciudad. Años más tarde serían acogidos religiosamente en la iglesia de San Alfonso, construida en 1855, a un paso de la intersección de Constance y Josephine, frente a la Asunción de Santa María, que atendía a los inmigrantes católicos de origen alemán. Muchos italianos comenzarían a llegar después de la guerra de secesión y junto con ellos, los primeros mafiosos, que abandonaban Italia a causa de la persecución policial, endilgándole a la ciudad el lamentable privilegio de ser la primera (1878), en albergar a esta organización criminal. Habría sido la familia Matranga, enfrentada a los Provenzanos, la responsable del asesinato del jefe de la policía David Hennessy en 1890, quién presuntamente respaldaba a la segunda. Reales o supuestos mafiosos (ya que no había condena judicial), en número de once, fueron linchados por una multitud que asaltó la cárcel el 14 de marzo de 1891, encabezada por el abogado William S. Parkerson. A fin de evitar una ruptura de las relaciones diplomáticas con Italia, Estados Unidos ofreció y efectivizó una indemnización de U$S 25,000.- suma importante para la época, para compensar a las familias de los damnificados. En Abril de 2019 el gobierno de la ciudad, pidió disculpas públicamente por aquellos crímenes, a la comunidad italiana.

No faltaron en la época de oro de la ciudad (1830/60), episodios siniestros, destacando el acontecido en la mansión de Madame Lalurie, una distinguida pero sádica dama de la sociedad criolla (Marie Delphine Macarty de Lalaurie), ubicada en el 1140 de Royal y conocida desde entonces como Haunted House. A consecuencia de un incendio originado en su cocina el 10 de abril de 1834, bomberos y vecinos descubrieron en el ático, los cuerpos mutilados y encadenados de sirvientes negros solicitando auxilio, en medio de ayes de dolor. Aprovechando la confusión y sorpresa por el macabro descubrimiento, Lalaurie logró escapar en un coche que raudamente salió de la casa, conducido por su cómplice e incondicional mayordomo Bastian, para nunca regresar a la ciudad. Se supone sin embargo que después de su muerte, acaecida en París en 1842, habría sido secretamente enterrada en el cementerio de San Luis en la calle de la Dársena. Allí compartiría el dudoso privilegio de yacer junto a Marie Laveau, la reina del vudú de Nueva Orleáns.

El célebre pintor francés Edgar Degas, cuya madre y abuela eran criollas de Nueva Orleáns, visitó la ciudad a fines del siglo XIX°, acompañado por sus hermanos René y Aquiles. Su tío Michael Musson, prominente miembro y directivo del Cotton Exchange, habitaba junto a su hija Estelle, viuda y ciega de nacimiento, una mansión del Garden District. La prolongada estadía de los Degas no tendría final feliz. Estelle y Rene se enamoraron y previa venia papal por ser primos, se unieron en un matrimonio del que nacieron cuatro hijos. Pero Rene se enamoró finalmente de la mejor amiga de Estelle, con la cual huyó a París, debiendo Mr. Musson adoptar a sus nietos para atender a su manutención y educación. Un retrato de Estelle Musson arreglando un ramo de flores, debido a Edgar Degas, cuelga en el Museo de Arte de la ciudad y una placa de bronce cerca de Esplanade y Rampart Norte donde vivió, da cuenta del abandono sufrido y de la ayuda que recibió en esas circunstancias de sus hermanas.

La sociedad criolla fue ferviente devota del teatro y la música de ópera. El primer teatro de la ciudad estuvo ubicado en el número 731 de la calle Saint Peter, operando allí entre los años 1792 y 1803, bajo el nombre “Le Espectacle de la Rue St. Pierre”. Fue seguido en 1824 por el American Theatre que abrió sus puertas en la calle Camp en la parte alta de la ciudad, fundado por James H. Caldwell. Fue este mismo empresario quién años más tarde (1835), inauguró el teatro Saint Charles, en el que actuó exitosamente el mismísimo Juan Wilkes Booth, un año antes de cometer magnicidio. Adelina Patti, considerada la más famosa y mejor paga soprano de la historia, actuó en 1853 en el Vieux Carré, como también Jenny Lind, conocida como el ruiseñor sueco. Pero no fue hasta 1859 cuando Charles Boudousquié, fundó la New Orleans Opera House Association, adquiriendo un inmueble en Bourbon y Toulouse y confiando la construcción del edificio a la firma de arquitectos Gallier & Esterbrook, que en sólo seis meses lo proyectó y concluyó. La French Opera House fue inaugurada el 1 de Diciembre de 1859 con la obra Guillermo Tell de Rossini, pero sesenta años más tarde, un 3 de Diciembre de 1919, después de un ensayo de Cármen fue enteramente destruida por un incendio. Otros visitantes ilustres tendría la ciudad, entre ellos el Marqués de Lafayette en 1825, o los Duques de Windsor en 1950. El Archiduque ruso Alexis Romanoff Alexandrovich, detuvo allí su paso en 1872, en ocasión de su aventura cinegética en el lejano Oeste (consistente en una cacería de búfalos); siendo agasajado durante la celebración del Mardi Gras de ese año. La famosa y acreditada actriz francesa Sara Bernhardt, actuó en Nueva Orleáns en varias oportunidades entre 1880 y 1917, y el gran Enrico Caruso cantó una vez en el Athenaeum (1920).

Entre 1890 y 1915 se gestaría en Nueva Orleáns la música de jazz, una evolución del Ragtime reforzado con un compás de cuatro por cuatro, la acentuación de los tiempos débiles o síncopa y un omnipresente aire marcial a intervalos regulares. Se ejecutó por toda la ciudad, por músicos blancos y negros, pero floreció en Storyville, en los desaparecidos recreos a orillas del Lago Pontchartrain (West End, Bucktown, Milneburg, Little Woods y Old Spanish Fort), Mandeville y en los también extintos parques Lincoln y Johnson. Para algunos el origen del jazz está en África, para los revisionistas procede en cambio del enfoque europeo de la música. Se ha discutido quién dio el paso inicial para convertir el ragtime en jazz. Ferdinand “Jelly Roll” Morton se atribuyó el mérito en 1902, pero las opiniones no son contestes al respecto. Característica también de Luisiana es la música Cajun, desarrollada por inmigrantes canadienses confinados a los pantanos. Una versión alternativa de esta última, es ejecutada por la gente de color y llamada Zydeco. El término procedería de la percepción auditiva, de la primer parte del título de la canción “Les hericots sont pas sale” (Las habichuelas no están saladas).

Varios escritores fueron atraídos por la magia y el encanto de la ciudad, a principios del siglo XX°. Tal vez consecuencia de la preservación edilicia, el Mardi Gras, o los funerales con música de la gente de color, acompañados por sus bandas de latón. William Faulkner escribió allí La Paga de los Soldados, su primer libro. Había llegado de Mississippi bajo la protección del escritor Sherwood Anderson, quién pronto lo contactó con un joven profesor de Tulane, para que juntos afrontaran el alquiler de una vivienda en el Pasaje de Orleáns, frente a los calabozos del Cabildo, donde una librería lleva ahora su nombre. Diestro entre otras habilidades para el dibujo, William Spratling concebiría junto a Faulkner, la publicación de un libro que reflejara la vida intelectual y artística de la ciudad en los años veinte. Lo titularon Sherwood Anderson y Otros Criollos Famosos, y desfilan por sus páginas caricaturas de artistas y escritores citadinos como Roark Bradford, o la legendaria literata Grace King, enfrentada en su tiempo al célebre escritor George Washington Cable, por sus críticas a la sociedad criolla, que le valdrían su extrañamiento de la ciudad. Faulkner publicaba también la columna: Espejos de Chartres Street, en el Times Picayune, relatos cortos reeditados más tarde como Historias de Nueva Orleáns.

Dos décadas después, Tennessee Williams instalado en una boardilla del 632 de Saint Peter, escribió allí en 1946/47 Un Tranvía llamado Deseo, la obra que lo llevaría a la fama. Si bien la trama se desarrolla en Elysian Fields, la llamó así por el cartel que ostentaba un tranvía que transitando por Royal, regresaba de Desire, su calle de destino final en Marigny, al que regularmente veía pasar desde su ventana. La obra también hizo famosa una línea de tranvía, que sin embargo la ciudad desactivó al año siguiente. Truman Capote, nacido en 1900 en Nueva Orleáns, fruto de un matrimonio tormentoso que no subsistió más allá de su nacimiento, también la describe sucintamente en Una Navidad, la que pasó allí en su niñez junto a su padre, un abogado de la ciudad.

Se ha definido a Nueva Orleáns como la ciudad más musical del mundo, o la Marsella americana, así como también el lugar donde todo es fácil y los buenos tiempos siempre vuelven. Sin embargo en los últimos años, el delito parece haber aumentado significativamente, al parecer sin remedio. Hace décadas, el escritor e historiador John C. Chase la llamó “City of Canals”, no solo por el hecho simbólico de que su principal calle se llame “del Canal” (nombre debido a un canal de drenaje de escasa profundidad e inaccesible a la navegación), sino por poseer 108 millas de canales contra sólo 28 de Venecia.

La furia iconoclasta que azotó no hace mucho a Estados Unidos, dio por tierra en 2017 con el monumento del General Robert E. Lee, obra de Alexander Doyle e inaugurado en 1884. Aunque en verdad, cuidadosamente retirado de su emplazamiento en Tivoli Circle, con destino final incierto. Todo ello por considerárselo un símbolo de la llamada “causa perdida de la confederación, el pasado esclavista y la segregación racial”. Presumiblemente ignorando que indefectiblemente y sin excepción, todos los hombres son un debe y un haber, méritos y deméritos, así como también producto del medio social, la época y educación recibida. En correspondencia con su esposa Lee habría señalado que “la esclavitud era una lacra de la que había que desprenderse” y en plena guerra civil liberó a los esclavos de la plantación heredada por su esposa, en cumplimiento de la voluntad testamentaria de su suegro. Después de una honrosa rendición militar en Appomattox Hall Court House, Lee fue privado de la nacionalidad estadounidense, expulsado del ejército y confiscada la plantación familiar, levantándose en ella el cementerio de Arlington. En represalia, los virginianos lo nombraron rector del Colegio Washington (hoy Colegio Universitario Washington & Lee), falleciendo en 1870 en el ejercicio de sus funciones. Por su parte el Congreso de los Estados Unidos, había resuelto en 1975 que consideraba un gran honor restituirle la nacionalidad americana. Curiosamente la ciudad rinde homenaje al pirata de la Barataria Jean Lafitte, dándole su nombre a una avenida tendida sobre la traza del antiguo canal Carondelet, haciendo caso omiso de que una de sus tantas actividades ilícitas fue el tráfico clandestino de esclavos.

Lanús (BA), 28 de Enero de 2025

Ref.

*) Hoy delimitado por las avdas., Saint Claude, Esplanade, Homer Plessy Way y la calle North Peters. La zona lindante con el Inner Harbor Navigation Canal, (que comunica el río Mississippi con el lago Pontchartrain), se denomina ahora Bywater.

**) La zona comprendida entre el parque Coliseum y las avdas. Jackson, Saint Charles y la calle Magazine, se conoce como: Lower Garden District.

***) La batalla del Cabildo se produjo en la tarde del 5 de marzo de 1873, cuando un nutrido grupo de ciudadanos blancos, armados y capitaneados por Frederick Nash Ogden se presentaron en Jackson Square, intercambiando disparos con la Policía Metropolitana, cuyo Tercer Precinto funcionaba en el edificio del antiguo Cabildo español. El pretexto o motivación de la insurrección consistía en que los agentes de color (estimado en un 15% del total de los integrantes de ese cuerpo), hostilizaban cotidianamente en las calles a los ciudadanos blancos, intimándolos a entregar sus armas. Los insurgentes fueron rápidamente dispersados por el fuego de la policía y poco después, un oficial del ejército federal de ocupación los instó exitosamente a regresar a sus casas.

Por su parte la batalla ocurrida al pie de la calle del Canal o de Liberty Place, se produjo al año siguiente, el 14 de septiembre de 1874 después que una multitud estimada en cinco mil personas, se reuniera por la mañana junto al monumento de Henry Clay (por entonces ubicado en la intersección de las calles Canal, Royal y Saint Charles), pidiendo la renuncia del gobernador republicano William Pitt Kellogg, cuya elección había sido oportunamente tildada de fraudulenta y laudada finalmente a su favor por un tribunal federal. Mientras esto sucedía, la milicia de la Liga Blanca de ciudadanos (demócrata), al mando del General Frederick Nash Ogden, que contaba al menos con mil quinientos hombres decididos, armados y militarmente entrenados, levantaba barricadas en la diagonal Poydras. El gobernador atinó a buscar refugio en la Aduana (un sólido edificio ubicado en la manzana delimitada por Canal, Decatur, Iberville y N. Peters), mientras que la policía metropolitana al mando del Superintendente Algernon Sidney Badger, provista con piezas de artillería y al menos una ametralladora Gatling, se disponía a darle protección tomando posiciones sobre la calle. Los acontecimientos se precipitaron a las cuatro de la tarde cuando, contra todo pronóstico, la milicia de la Liga Blanca protegida por la acción de francotiradores estratégicamente ubicados en edificios de la calle Canal, avanzó, disparó y puso en fuga en minutos a la policía metropolitana, cuyos integrantes también buscaron amparo en la Aduana, o se retiraron a sus domicilios. En el barrio francés la milicia estadual, uniformada e integrada por soldados de color al mando del ex General confederado James Longstreet, que debía dar protección al Capitolio Estatal ubicado en el Hotel Saint Louis (lugar que hoy ocupa el Royal Orleans, en Royal y St. Louis), terminará desertando de sus puestos y escapando del edificio, para finalmente rendirse sin combatir, al igual después lo harían el Precinto del Cabildo y el Arsenal. Por dos días la victoria demócrata fue completa, pero el presidente de la nación Ulises S. Grant ordenó al ejército federal de ocupación intervenir en el conflicto, reponer en su cargo y sostener con la fuerza de las armas al gobernador depuesto. La revolución fue saldada con treinta y cinco muertos entre ambos bandos, daños materiales y numerosos heridos. El desprestigio y consiguiente pérdida de votos por parte de William Pitt Kellogg a partir de ese momento, sumado a la disolución de la policía metropolitana y de la milicia estadual, confirmarían la sensación de un triunfo político final absoluto de los demócratas. Más tarde, la Suprema Corte de Justicia de Luisiana, legitimó en un fallo el movimiento revolucionario, sosteniendo que el 14 de septiembre de 1874 no fue un motín, sino un movimiento patriótico de la población, en defensa de su sagrado derecho de resistencia a la opresión y a la usurpación (Vid Henry Street et al. Vs. The City of New Orleans). El compromiso de Washington de 1877, que puso fin a la ocupación y la victoria electoral de Nicholls en 1876, harían el resto.


Bibliografía sobre Nueva Orleáns, su gente y su música:


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  • Carpet Bag & Misrule in Louisiana, by The Louisiana State Museum, 1938 (Curioso ejemplar encuadernado que perteneció a la biblioteca Juan XXIII, del desaparecido St. Mary’s Dominican College (1910 – 1984), de Nueva Orleáns y obsequiado a la misma, conforme reza un Ex Libris en su contratapa. Fue adquirido en 2019 en la anticuaria Librairie Bookshop, ubicada en el nro. 823 de la calle Chartres. El bellísimo edificio del Colegio en la Avda. St. Charles, forma parte ahora de la Universidad de Loyola).
    • Nota: La expresión “carpet bag” del título, hace alusión a los “caza fortuna” norteños que hacían una valija o bolso con alfombras viejas, colocando allí todo el dinero que pudieran reunir, así como objetos varios de valor. Su intención era viajar al sur económicamente arruinado por la derrota, al igual que sus ciudadanos, y comprar con poco dinero en efectivo importantes bienes inmuebles. Sus cómplices locales los llamados “scalawags,” señalaban a las personas que, acosadas por deudas de cumplimiento inmediato, estarían dispuestas a vender por mucho menos, propiedades inmobiliarias que valían mucho más.
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